SÍGUENOS EN TELEGRAM
Vaya por delante que no soy teólogo, sino un simple cristiano creyente que, a veces, me planteo ciertas cuestiones. Una de ellas es en qué consiste la teología. Voy a escoger dos definiciones de esta:
1ª Es la ciencia que trata de Dios y del conocimiento que el ser humano tiene sobre Él.
2ª La ciencia que versa sobre de Dios y de sus atributos y perfecciones a la luz de los principios revelados.
Ninguna de ellas me convence. Dios es el Innombrable. El Inabarcable, el Incomprensible. Como le dijo a Moisés en el Monte Sinaí: “Yo soy el que soy”, o sea, el que no necesita de nadie para existir. Los demás seres somos contingentes, lo mismo podemos ser o dejar de ser y no cambiará nada. El único Necesario es Él
Si decimos que la Teología es una ciencia, tendremos que admitir que, como todas ellas, es susceptible de reglas, normas, limitaciones y acotaciones para su estudio.
Si manifestamos que versa sobre Dios y sus atributos, es lo mismo que mostrar que trata sobre Él y lo que le concierne.
Me pregunto, ¿quién puede conocer a Dios? Pues, de entre las varias acepciones de conocer, podemos tomar: intimar, dominar, codearse…, y así unas pocas más. ¿Quién puede codearse y mucho menos dominar a Dios?
Considero que, con este ejemplo, podemos aclarar la imposibilidad de conocer a Dios: Estamos en una clase de matemáticas o de latín, por ejemplo. Cuando nos planteaban el problema o dictaban la frase latina que teníamos que resolver, se nos antojaba un mundo incomprensible, al que no sabíamos cómo acometer, pero con paciencia, varias lecturas del mismo, y esfuerzo, poco a apoco, entrabamos en él, y, al final, utilizando nuestros propios conocimientos, lo asimilábamos, y, con más o menos trabajo, resolvíamos el problema o la traducción.
Es decir, que la cuestión que se nos planteaba como irresoluble, al final habíamos terminado por entenderla, conocerla y dominarla, ¿cómo cualquier ser humano puede conocer y dominar a Dios? Es la pretensión más insensata que existe.
Para todas las religiones teístas el pecado es el pensamiento, palabra o acción que se considera que va contra la voluntad de Dios, pero para la Iglesia Católica, el acto, para que se considere como ofensa a Dios, ha de tener tres requisitos: Ser materia grave, tener advertencia plena y consentimiento perfecto. Si falta alguno de ellos, no se puede considerar como pecado. Por cierto, no he oído en ninguna homilía o sermón explicarlo así, y pienso que cualquier ser humano ha de ser muy perverso, si, teniendo en cuenta esas tres condiciones, comete el mal.
Y ahora me hago otra pregunta, como nosotros, los seres humanos podremos ofender a un Ente que existe por sí solo, es inabarcable y jamás podremos llegar a entender, ni siquiera estando en el Cielo, pues lo más que poseeremos será gozar de su presencia, pero jamás comprenderlo.
Tenemos un refrán que dice: “No ofende quien quiere, sino quien puede”, ¿podemos nosotros misérrimas criaturas ofender a lo más sublime que existe.
Más de una vez me he planteado que, si un niño que, enrabietado con su madre, al no poder desahogarse con ella, me diese un puntapié, mi reacción, de persona mayor, no sería responderle de la misma manera, más bien ignorarlo y no tomarlo en consideración.
Pienso que el pecado que sí se nos tomará en cuenta será la mala acción que cometamos con nuestros semejantes, nuestros hermanos, pues todos somos hijos del mismo Dios, el abuso de poder con el que hacemos padecer al más débil, y la falta de ayuda cuando, pudiendo prestarla, no lo hacemos.
El mismo Jesús nos dijo, más o menos, lo siguiente: “En verdad os digo que cuánto hiciereis por estos mis hermanos, aún por el más pequeño, a mí me lo hacéis”.
La frase deberemos de entenderla lo mismo cuando se haga el bien que cuando se trate del mal.
SÍGUENOS EN LBRY, LA PLATAFORMA EN LA QUE PUEDES OBTENER INGRESOS VIENDO VÍDEOS
No sé si se le puede llamar ciencia a la teología, ni sé de nadie que conozca a Dios, ni de nadie que lo comprenda, y ni mucho menos, que lo domine…
Por supuesto que se nos tendrá en cuenta cuando de manera consciente, hacemos daño a nuestros semejantes, o cuando no prestamos ayuda pudiendo hacerlo, porque eso sería andar por el camino que no quisiéramos para nosotros mismos. Por supuesto que se nos tendrá en cuenta, yo así lo creo, porque ya dejé atrás aquellos tiempos en los que no creía en nada que no pudiese ver o pesar, porque dejé atrás mis incertidumbres, mis miedos y mis dudas, porque al fin pude construir mi propia persona y pensar y decidir por mí mismo lo que creo o no creo…
Llegué a la conclusión de que es imposible que Dios no exista, y no me importa lo que otros crean, porque esa parte de mi vida, que sólo depende de mí, la tengo resuelta…
El peor de los pecados no creo que sea hacerle daño a los demás, el peor de los pecados es creerse el Dios mismo, tan de moda ahora…
Creo que la definición de pecado debe ser mucho mas amplia. Yo haría la siguiente: Pecado es todo acto, pensamiento, palabra u omisión que de forma inmediata o diferida produce daño a uno mismo, a otro o a la sociedad.
Hay muchos pecados que no se ven, porque su efecto no es inmediato ni evidente. Por ejemplo la pornografía cuyos efectos a largo plazo afectan a matrimonios y a comportamientos sociales; o el aborto, cuyas consecuencias, no sólo morales sino sociales, demográficas, etc… son difíciles de predecir, pero se empiezan a vislumbrar. Esto sólo en el terreno sexual que es el mas fácil de ver; Ni que decir tiene que a nivel económico, de convivencia, de respeto a los demás, a la naturaleza, etc… las cosas se complican mucho.
Por eso es muy frecuente que se subestimen los avisos que la Iglesia Católica realiza una y otra vez llevada tanto por la Revelación como por su dilatadísima experiencia.
El mundo, con los políticos a la cabeza, se ha lanzado a experimentar nuevas formas de entender la vida, repletas de ignorancia, atrevimiento y soberbia sin aceptar ningún consejo. Así nos va.
Gracias a los que os habéis tomado la molestia de leer mi escrito y además comentarlo.
Estoy conforme con lo que decid, pero hay que tener en cuenta que escribo para un diario digital y la extensión, por falta de espacio, para no cansar al lector, no debe de ser muy amplia.
Hay dos pecados que para mí son los peores que se pueden cometer: el aborto y la eutanasia, porque ambos se realizan sobre las criaturas más indefensas de la tierra: los no nacidos y los que habiendo dado toda su vida, la mayoría de los casos por su familia y los demás, se encuentran sin fuerzas y acaso sin poder decidir sobre lo que les quede de vida.
El único que nos ha hecho vivir es DIOS, y también es el único que nos la puede quitar.