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OPOSICIÓN AL GOBIERNO DE PEDRO SÁNCHEZ
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Las calles semivacías, desiertas al anochecer. Embozados que rehúyen el cruce de caminos, desconfianza sistemática y miradas agrias ante la cercanía instantánea. El otro se puede convertir en tu enemigo, todo ser humano ha dejado de serlo para convertirse en un potencial contagiador. No se ven las sonrisas, quizás no existan, todos somos iguales, inexpresivos, amordazados en la palabra y el gesto. Se ha impuesto el miedo, que se acrecienta ante la desconfianza de la verdad oficial, la perplejidad ante la contemplación de la realidad inmediata y el desconocimiento científico del problema. Miedo, incertidumbre y zozobra. Desapareció la alegría, que ya venía mermando en los últimos años, ahora enterrada. Los niños sin los niños, duro periodo que rompe su normalidad y quiebra la socialización, retrocediendo al nido del pasado. La economía en barrena, el mensajero del paro llamando a tu puerta. Nunca se consiguió en tan poco tiempo tamaña revolución cultural, nunca una transformación social tan radical regida por el miedo, la tristeza, la incertidumbre y la desconfianza. El paraíso de los totalitarismos, el caldo de cultivo del comunismo.
Experimento de control y dominio social, ahora no sirve, ahora es imprescindible; bueno en algunos casos; no, siempre y para todos. Ahora no sales, luego a las 10, no tú a las 12, pero cómo siendo de las 10 estás a las 13 en la calle. Barras sí, barras no, fumar no pasa nada, los fumadores son un peligro, ahora 10 personas, luego 6, oiga que la familia directa para la comunión somos 12, lo siento yo no puedo hacer nada. Reduzco el número de asistentes a los actos religiosos católicos a lo que a mí me da la gana; por qué, ah, yo no comulgo con esas cosas ¡Oh, sacrosanta y salvadora mascarilla! De vilipendiada e inútil, a imprescindible. No se informa, no se explica, se generaliza sin más de forma indiscriminada. Sí, es una barrera, pero no infranqueable, no todos los tipos de mascarillas tienen la misma eficacia y capacidad de filtro, una simple mascarilla de tela sin más, muy poca, más con filtros o poliuretano. Las quirúrgicas son unidireccionales solo limitan el contagio hacia otros, pero no que otros te contagien a ti, para eso se necesitan dos, y la exterior a la inversa. Las sanitarias son las más eficaces, pero de duración limitada y con una conservación y manejo adecuados. La gente con este desconocimiento está imbuida de una falsa confianza, pensando que por llevar un artilugio del tipo que sea, está protegida de todo riesgo. Absolutamente falso, pero da igual, lo importante es el control y el sometimiento. Necesarias las que proporcionan un alto nivel de eficacia en sitios cerrados o en tránsito por zonas muy concentradas, lo demás inútil y absurdo. Pero hay que generalizar, el rebaño no tiene responsabilidad individual, y hay que conducirlo con órdenes de sometimiento absoluto.
Desde una ventana vociferan: eh, abuelo qué hace a estas horas por la calle, no son horas, váyase a casa. El anciano oye poco y entiende menos. Al día siguiente, otro, o el mismo, fallece en una residencia, tiempo inacabable cautivo en su habitación, por fin llega la liberación deseada. Camarero, esta persona está fumando. Ya, pero está solo y a la distancia requerida. Pues a mí me molesta, los fumadores son un peligro. Un coche de policía pasa delante de una terraza, alguien en soledad sentado en una mesa con un vaso de lo que sea, respira en libertad; caballero póngase la mascarilla; pero estoy solo y tomando algo; lo siento es indiferente, exclusivamente se la puede quitar cuando beba. Ciudadanos convertidos en un estamento parapolicial, la policía persiguiendo actuaciones de forma insólita. Todos contra todos. Homo homini lupus. Mecanismo pueril de sacudir la frustración y la angustia, proyectándolas sobre el primero que pase.
Un coche civil, dos coches de policía, un taxi, una furgoneta, dos motos de policía, dos coches civiles, otro coche de policía. Nunca tanta presencia policial, recorriendo calles, avenidas, zonas peatonales, que se note que aquí están, no hay escapatoria, sea consciente de que está controlado hasta en el más recóndito paraje. Multas por gritar viva España en el campo, multas por pasear por calles cercanas a residencias de los del jarabe democrático, multas por si la mascarilla está bien o está mal, multas y detenciones por manifestaciones pacíficas y autorizadas pero molestas. Multas por cualquier arbitrariedad más o menos irrelevante, que pueda molestar al poder absolutista ¡Que se sepa quién manda aquí y que no vamos a tolerar la discrepancia! La policía al servicio del poder, estado policial.
De ésta saldremos más fuertes, cuarenta, cincuenta o sabe Dios cuántos miles, nunca más apropiado, efectivamente han salido, pero para siempre. Millones han salido en las listas del INEM y otros esperan salir de la penuria con la prolongación de los ERTE. Cientos de miles de empresas han salido de la actividad y del registro. Miles de jóvenes han salido y saldrán en busca de futuro en mejor destino. Fuertes, fuertes, los miembros del Consejo de Ministros más numeroso de Europa, récord de vicepresidencias para pagar componendas y reforzar ineptitudes, estado mastodóntico con múltiples cargos y asesores de la nada, para asegurar docilidad y reconfortar cuentas corrientes de los cercanos. Muy fuertes los chiringuitos, agrupaciones diversas, empresas públicas truculentas, televisiones y medios de comunicación adictos al dinero público, que promueven y facilitan la agitación y propaganda gubernamental Fuertes son las vacaciones presidenciales en palacios del patrimonio nacional o las casas de exvallecanos nunca soñadas, y más fuertes aún cuando se rodean de alguna decena de patrullas antes denostadas y repudiadas de la Guardia Civil. Débiles, al borde de la caquexia, todos los demás.
Silencio casi absoluto, solo pequeños medios son capaces de rebelarse ante este cesarismo totalitario y muy hortera. La prepotencia de baja estofa, total carencia de argumentos, no hay problema, ya vendrán los voceros de turno a rellenar mi vacuidad. Máquinas parlantes con un disco rayado en el cerebro y gestualidad de muñecos articulados, mi mensaje es para dóciles, incautos y gregarios agradecidos, los demás no me interesan y me importan un higo. Da igual lo que diga, millones de hooligans convenientemente creados, fomentados, protegidos y dependientes, me surtirán de infinitas alabanzas e interminables aplausos.
¿España, qué fue de ti? Grises de colores que se aúnan en gris, siluetas tenebrosas que centellean al pasar. Es España 2020, indistinguible de Albania 1980.