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El 11 de agosto de 1936 partía de Jaén a las 23:00 horas un tren cargado de detenidos hacia la cárcel de Alcalá de Henares de Madrid. El motivo de la detención de esas personas era su filiación política de derechas o por ser católicos. El número total de personas que trasladaba ese tren era de 240, entre los detenidos se encontraban el obispo de Jaén, Manuel Basulto y su hermana Teresa.

Aunque el tren iba custodiado por la Guardia Civil, el gobierno de la República presidido por José Giral ordenó que a los agentes que no se impidiera que el tren fuera detenido por milicianos de izquierdas cerca ya de Madrid, en Villaverde. Los milicianos comenzaron a sacar a los detenidos del tren y en grupos de 25 fueron fusilando a esas personas hasta un total de 191, de las 240 que viajaban en el mismo.

Estas matanzas, según sostiene el periodista e historiador Santiago Mata en su libro ‘El Tren de la Muerte’, fueron autorizadas por el Gobierno de la República con el consentimiento muy probablemente del presidente del Gobierno (José Giral), casi con certeza del ministro de Gobernación (Sebastián Pozas) y sin ningún género de dudas del director general de Seguridad (Manuel Muñoz).

Este es el relato de la matanza que se realiza en el libro ‘Causa General: ‘La dominación roja en España. La otra cara de la Memoria Histórical’ entre las páginas 177 y 178:

Venían de Jaén unos trescientos detenidos, prensados en el tren. Cerca ya de Madrid, en Villaverde, se apoderaron de ellos los milicianos del pueblo, a pesar de los cuarenta guardias civiles encargados de su custodia, y comienzan allí mismo el fusilamiento más feroz e inhumano en grupos de veinticinco, sin indagar sus personas ni delitos. Hay tristes escenas de padres, que presencian la muerte de sus hijos y viceversa. El Obispo de Jaén, Excmo. E Ilustrísimo Sr. Don Manuel Basulto, cae de rodillas exclamando:

Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos:

-Esto es una infamia, exclama su hermana Teresa, yo soy una pobre mujer.

-No te apures, se le contesta, a ti te matará una mujer.

Y acto seguido, se adelanta una desgreñada miliciana llamada Josefa Coso “La Pecosa”, que la sacrifica allí mismo a sangre fría. Cuando faltaban unos cuarenta, se adelanta del grupo Leocadio, joven de 19 años, y, encarándose con el jefe de milicias, le dice que él responde con su vida de todos los del grupo remanente. Y ¡oh prodigio! El feroz mandamás suspende las ejecuciones amenazándole:

-¡Ay de ti, si me engañas! Llevad a éstos a Vallecas y que demuestren su inocencia.

Hasta aquí el relato de lo sucedido por el testigo. Pero la historia completa según los documentos es la siguiente:

El Excmo. E Ilmo. Sr. Obispo de Jaén, Don Manuel Basulto Jiménez, fue traído de aquella ciudad para ser asesinado en el lugar conocido con el nombre de “Pozo del Tío Raimundo”, próximo al Cerro de Santa Catalina, del término de Vallecas (Madrid), en unión de su hermana y del Deán y Vicario General de aquella Diócesis, Don Félix Pérez Portela. Las expresadas víctimas, juntamente con unos doscientos detenidos de aquella provincia, bajo pretexto de ser trasladados a la Prisión de Alcalá de Henares, fueron conducidos a un tren especial que sobre las once de la noche del día 11 de agosto de 1936 salió de Jaén custodiado por fuerza armada, siendo el trayecto constantemente vejados por las turbas que esperaban en las estaciones de paso y que los insultaban y apedreaban, llegando el convoy a Villaverde (Madrid), donde fue detenido por los marxistas, que con gran insistencia pedían les fueran entregados los presos para asesinarlos. El Jefe de la fuerza que venía custodiando a los detenidos habló entonces por teléfono con el Ministro de la Gobernación rojo, y el resultado de la conferencia fue retirar las fuerzas mencionadas, dejando en poder de la chusma a los ocupantes del tren, que fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o ramal de circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del “Pozo del Tío Raimundo”. Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del tren tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres ametralladoras, siendo asesinados el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo y el Vicario General Don Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la única persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a realizarlo, llamada Josefa Coso “La Pecosa”, que disparó su pistola sobre la mencionada señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a mansalva del resto de los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por unas dos mil personas, que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío. Estos asesinatos, que comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto de 1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas, efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del crimen relatado.

Socialistas, podemitas, ¿queréis memoria histórica? Pues hagamos memoria histórica?

1 Comentario

  1. Es extraño que ningún director de cine no haya hecho una película que retrate lo demócratas,tolerantes y buenas personas que fueron los republicanos.

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