entresijos
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Tenemos entre nosotros, los españoles, circundando  en nuestro entorno a seres que sus entresijos, entrañas y tripas cada vez que se mueven en su organismo, y estamos cerca de ellas, las tripas se oyen correr por sus vientres  los ruidos de todos sus entresijos y con   un olor a hiel,  embarruna  las tripas de tal manera que, uno que tiene un buen olfato, deja un tufillo raro de saber decir, para no caer en fallo, a que huele ese olor de los entresijos y entrañas a las que aludo.  Y, como soy hombre, buscador de noticias de todo tipo y por referencia de un ilustrado e instruido amigo, me informó que buscara las cartas, críticas-joco-serias de don Eleuterio Crispín de Andorra. En la primera parte de su primera carta, por sus palabras nuevas para mí y escritas en el año 1802, me dejaron como he dicho antes, con jaculatorias impresas en mi cerebro y por no escucharlas, sino porque me afluían en mis bastos conocimientos verbales, conocer todo el contenido de esas epístolas escritas.

Así empezaba su primera carta: La casualidad hizo llegar á mis manos las Cartas críticas joco-serías de Don Eleuterio Crispín de Andorra, cuyo mérito, que demostrarán ellas mismas, me inclinó desde luego a publicarlas. Pero conociendo despues, que las verdades que contienen amargarian demasiado al Autor que en ellas critica, estuve casi resuelto a dexarlas íneditas. No obstante, algunas reflexiones me han obligado á insistir en su publicacion. Por una parte, ni yo conozco al autor del Correo, ni él ha dado á conocer en su Periódico, su calidad, nombre, ni estado, causa muy suficiente para que no se dé por ofendido de unas de sus Cartas en que no se descubre ninguna de aquellas circunstancias. Por otra parte, todo escritor, que por medio de la prensa hace públicas sus obras, las somete a juicio de los sábios, y debe prepararse á recibir con docilidad, y policía pública, lexos de ser inutiles son convenientísimas para los progresos de las Ciencias.

Estas cartas joco-serias me han llenado de unos palabros, con acentos diferenciados con los que nos rotula ahora, nuestra RAE, en algunos cambios ortográficos de un relieve que, hace a estos manuscritos de una riqueza difícil de explicar, al menos, para los no instruidos en estos lenguajes. Ni que decir tiene que, he contractado varias veces mi escrito con estas cartas- mejor dicho, con parte de la primera carta- que, con sus tildes y palabras con mayúsculas  podrían diferenciase de las actuales gramáticas que tenemos en estos momentos que, aunque con tantos anglicismos extranjeros que tenemos, en el siglo que viene tendremos más o menos, las mismas variantes, aunque esto no se puede saber  las erudiciones que podrían venir en esos años. Demos gracias a Dios que los entresijos y entrañas del verbo, se diferencian muchísimo de los entresijos y entrañas que tenemos en nuestro cuerpo.

No quisiera levantar falsas sospechas, las cuales no deseo espantar a los que de una manera deseen ojear estas delicadas expresiones que da don Eleuterio Crispín de Andorra, donde el mismo se define como “poeta arrepentido”, sus apacibles y aderezadas palabras nos dejaran ensimismados de ver una   la lectura recitada, fresca y el talente de aquellos progenitores nuestros de principios del siglo XIX.  Nihil perpetum, pauca diuturna sunt. (SENECA, consolatio ad polybium,1,1) Nada es perpetuo, y pocas son duraderas. (de refranes y paremias grecolatinas).