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Poco más de 100 días lleva maltratándonos el gobierno social comunista que preside un embustero irredento. Y a lo largo de estos largos días (valga la redundancia) hemos tenido que soportar (de todos y cada uno de sus 23 miembros) los mayores disparates que oídos hayan podido oír a lo largo de los siglos. El 8M, de tristísimo recuerdo, decían a coro varias ministras, con Carmen la de Cabra a la cabeza (tapada por cierto, con una feísima gorra) que “mataba más el machismo que el coronavirus”.
Repugnándome como es natural la violencia contra las mujeres, la frase en cuestión es tan embustera como casi todas las que pronuncian esas vociferantes mujeres alterando el orden público: porque en los últimos siete años han asesinado en España a mil mujeres (una sola hubiera sido también un horror) mientras que el coronavirus en siete semanas ha matado a cerca de treinta mil personas; muchas de ellas por culpa del retraso para que pudieran salir las pancartistas del reino a insultar a diestro y alabar a siniestro.
La sabia Celáa, que dice que los hijos no pertenecen a los padres sino al Estado, y que iguala en tontadas a la Calvo, ha dicho sonriente: “la asignatura de religión dejará de contar para la nota media” Su sucio plumero, se le ve desde lejos. La de Hacienda, a quien por desgracia ya conocíamos de su etapa en Andalucía, ha dicho tantas y disparatadas frases que habría que hacer un libro para ella sola, (repasen las hemerotecas).
Ahora surge otra lacerante frase pronunciada por la ínclita Teresa Ribera, a la sazón (es un decir) ministra de Transición Ecológica (¿o es escatológica?) dirigida a los empresarios que ven inviables sus negocios de bares, cafeterías y restaurantes por las medidas que impone el gobierno: “¡¡Quien no se sienta cómodo, que no abra!!” Esa es la grosera y dictatorial manera de responder a miles personas que, tras muchos años de trabajo y sacrificado esfuerzo, verán sus negocios al borde de la ruina.
¿Es esa la respuesta adecuada de un ministro de un país como España? ¿O sería más lógico tratar de dar soluciones y consuelo a quienes no cobran como Ribera del presupuesto estatal llueva o no llueva? Sinceramente creo que esta impresentable mujer se debería ir para dedicarse a otra cosa. Y que, junto a ella, se fueran la mayoría.