asimétrica
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La ministra Calviño esa para la cual mil millones más o menos no son nada, acaba de realizar una interesante aportación a la RAE, que por lo visto debe añadir un sillón más para dar cabida a la nueva letra de nuestro Alfabeto: la “V” asimétrica. Sin perjuicio de la opinión que puedan tener al respecto nuestros ilustres académicos, el uso de tan novedosa letra para describir la situación económica que nos acecha tras el COVID-19, resulta bastante grotesco.

Lo peor no es la invención de extraños palabros a los que ya nos tiene acostumbrados este gobierno, lo más terrible es lo que se esconde tras la asimétrica imagen trazada por nuestra creativa ministra.

Es verdad que en el lenguaje económico y con el fin de describir los movimientos de caída y recuperación de la Economía, se utiliza la imagen de algunas letras por la similitud con el movimiento que dibuja la contracción y el crecimiento del PIB. Es decir, una caída brusca por un motivo coyuntural, se puede recuperar con rapidez, volviendo al punto de partida, en una figura en V. Si se prevé que haya un período de estancamiento intermedio aparecerá otra en U y cuando no resulta fácil anticipar cuando se producirá la mejora, se recurre a la de la L.

Aquí interviene la creatividad de este gobierno de pandereta, para comunicarnos que la recuperación en España adoptará la forma de V asimétrica. Esto no es una simple salida de tono. Tiene mucha más importancia de lo que parece porque indica que no hay perspectivas de volver al punto de partida. En otras palabras, esto significa que se avecina el desastre. Debido a la grave negligencia del gobierno en la gestión de la epidemia y cuando ya los muertos se contaban por centenares, la Economía española tuvo que ser repentinamente detenida en seco a mediados de marzo. La primera consecuencia es que, durante dos meses, miles de autónomos, pymes y micro empresas, han dejado de facturar por completo pero han tenido que soportar los mismos costes de costumbre, incluida la, cuota de autónomos, que a pesar de sus falsas promesas, el gobierno ha seguido cobrando.

De entre estos emprendedores afectados, algunos de ellos, los menos, contaban con liquidez suficiente para afrontar el asedio, pero la mayoría, los que viven al día, no han podido soportarlo. El resultado es que 50.000 pequeñas empresas, se han declarado en concurso de acreedores. Este, evidentemente, es el tramo descendente al que se refiere nuestra ministra. Caemos al vacío a gran velocidad y sin la menor idea de dónde está el suelo, pero con la certeza de que el batacazo será de impresión, porque esas 50.000 empresas desaparecidas, suponen una destrucción de tejido empresarial, empleo y riqueza irrecuperable de momento.

Ante esta situación de incremento del paro, descenso de rentas y total parálisis, el gobierno sólo puede optar por una vuelta progresiva a la actividad, pero claro está, dicha vuelta sólo se produce para los agentes económicos que hayan sobrevivido al cierre, porque lamentablemente, hay muchas bajas definitivas. Esto indica claramente que nos encontramos en la base de una “U” que podría llegar a convertirse en L.

El motivo es que aquellos afortunados que puedan volver a levantar la persiana de su negocio, no se encuentran en una situación igual a la que había antes del COVID-19

La necesidad de tomar medidas restrictivas para evitar nuevos contagios, hace que muchos negocios dejen de ser rentables. Es muy probable que un bar con el 50% del aforo no obtenga margen suficiente para mantenerse, un pequeño bar de copas que por su reducido espacio no tenga posibilidad de instalar mamparas o de garantizar la distancia social, no podrá seguir pagando el alquiler. Un hotel que no pueda recibir huéspedes de provincias alejadas, tendrá que despedir empleados. Las necesidades creadas por la `presencia del COVID-19 entre nosotros impiden una recuperación en V porque es imposible volver a la situación existente a 7 de marzo de 2020.

A esto se añade que, a medida que pasen los meses, el aumento del paro hará que la recuperación sea todavía más lenta y difícil. Otro factor que nos impide asignar plazos o letras a esta recuperación, es la posibilidad de rebrotes epidémicos que llevarían a parar de nuevo la Economía.

Con el fin de reactivar la actividad económica no ya como una letra sino en impulso constante, es necesario tomar medidas. Es necesario reestructurar y reconstruir el tejido empresarial destruido para que se vuelva a crear empleo y esto no puede llevarse a cabo sin inversión nacional y extranjera.

Es preciso dotar a los empresarios del capital suficiente para adaptarse a los cambios requeridos por los nuevos hábitos que la epidemia nos obliga a asumir. Para que esta adaptación sea posible, se necesita un entorno de mayor flexibilidad, con reducción de obligaciones fiscales y eliminación de trabas regulatorias. Esta es la única manera de reactivar el mercado evitando que la U se convierta en una interminable L con estancamiento a largo plazo.

El principal problema que encuentra la Economía española para recuperarse del COVID-19, no es que no sepamos cuál es el camino para lograrlo, es que tiene al mando un gobierno socialcomunista que se propone adoptar medidas que van justamente en dirección opuesta a este objetivo.

 

*Un artículo de Almudena Gómez