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Tradicionalmente, la ātemporada altaā para los abogados de Familia coincide con la vuelta de las vacaciones. Septiembre y enero son meses en los que se disparan las consultas y el inicio de procedimientos, ya que al ser en vacaciones cuando mĆ”s tiempo se pasa en familia es mĆ”s fĆ”cil que afloren los desencuentros que a lo largo del aƱo y por la rutina diaria permanecen aletargados.Ā
Aunque tengamos ocasión de evadirnos, ya sea viendo los adornos navideƱos de nuestra ciudad o disfrutando de un refresco en la orilla de mar, hay momentos en los que podemos abstraernos de esa complicada convivencia vacacional y reflexionar en solitario sobre separarnos o no. Pero, con la crisis del coronavirus, ni un solo momento (la gran mayorĆa) habrĆa tenido tiempo de reflexionar en solitario, a lo que se une la incertidumbre de no saber cuando volveremos a la hoy aƱorada rutina.
Nos hemos encontrado de sopetón con tres meses (camino de ello estamos) en que se comparten 24 horas al dĆa y 7 dĆas a la semana el mismo espacio-tiempo con nuestra pareja, en espacios por lo general reducidos y con los niƱos (si lo tenemos) poco menos que incontrolables mĆ”s allĆ”. Y si, ademĆ”s, sumamos la incertidumbre del futuro laboral y empresarial, tenemos un caldo de cultivo tóxico mucho mĆ”s peligroso que el de las vacaciones navideƱas o de verano.
Y peor lo habremos llevado si ya estamos separados y no podemos ver a nuestros hijos por la pandemia, el confinamiento y comportamientos varios de nuestros y nuestras āexā, que convierten a los niƱos en una suerte de rehenes, en unos casos con justificados por las circunstancias y en otros, simple y llanamente, por capricho.
AsĆ, no es de extraƱar lo que estamos viviendo en nuestro despacho, que es similar a lo que desde la AEAFA (Asociación EspaƱola de Abogados de Familia) se ha dicho estos dĆas: el aumento de las consultas sobre divorcios, modificaciones de medidas, compensación de dĆas de visitas no disfrutados y reducción de las pensiones de alimentos por la crisis del coronavirus nos ocupan, prĆ”cticamente, todo el dĆa. Es, mĆ”s que un goteo constante, un grifo abierto que no se puede cerrar por haberse estropeado la llave de paso. Y ello, sin que se haya levantado la suspensión de los plazos procesales, que se producirĆ” (salvo nuevo retraso) el 8 de junio.
La avalancha de asuntos de Familia va a ser, visto lo visto, brutal. Y, por desgracia, parece que vendrĆ” para quedarse, ya que las medidas de agilización contempladas en el RDL 16/2020 no dejan de ser un mĆnimo parche, siendo ejemplo de ello el que ninguno de los operadores jurĆdicos ha dado su bendición a las mismas. La falta de medios, la saturación de asuntos anteriores al confinamiento y el torrente de nuevos post-covid pueden llevar al colapso total. OjalĆ” nos equivoquemos, pero parece que vamos a enfrentarnos a un ānuevo septiembre judicialā cuya duración es, hoy, desconocida.