Durante el tiempo que la población española lleva confinada en sus hogares, desde el 14 de marzo de 2020, cuando se dictó el Real Decreto 463/2020, hemos recibido en nuestro bufete Quercus&Superbia Jurídico cientos de llamadas de clientes, preguntándonos sobre la efectividad concreta de las medidas adoptadas por el gobierno y, tras las consultas, el denominador común de todos los que se han querido asesorar no ha sido otro que la decepción: las medidas tomadas por el gabinete de Sánchez no solucionan los problemas de las empresas, ni de los autónomos, en resumen, no solucionan los problemas de los españoles.
Estas medidas que ha presentado el Gobierno, tras las cuales sale a la luz el enfrentamiento entre las dos facciones del gabinete (comunistas y PSOE), no sirven para salir de la crisis creada por el COVID-19. Las medidas, que se habrían de tomar, difieren de la ideología estatalista de un PSOE escorado a la izquierda más radical y esas medidas se encuentran además con la insolvencia del Estado a causa de una brutal deuda pública y con una brutal crisis económica endémica en la que España estaba sumida antes de la llegada del coronavirus, circunstancias que dejan muy poca capacidad de maniobra a este pobre maniquí secundario, que representa una obra de teatro de tercera que acabará en tragedia y que se llama Pedro Sánchez.
Un presidente del gobierno sin formación cultural, con una capacidad intelectual conocida por todos, que vive de la propaganda y de los gestos de una agencia de imagen, cuyos jefes (los que le pusieron en el puesto que ocupa) no viven en España y odian España y que ha cometido el error de meter a los comunistas del tercer mundo en su gabinete, no puede dictar medidas de choque que sirvan a los españoles para afrontar la crisis del coronavirus y mucho menos para salir de la posterior crisis económica que se vislumbra.
Un títere de cartón como Sánchez, que carece de moral e ideología, va a ser arrasado por su vicepresidente Iglesias, que si tiene ideología y un claro objetivo de tomar el poder “politizando el dolor”. El comunista va a aprovechar la alarma nacional para dejar a un lado a Sánchez y comandar esta crisis como líder único y salvador del pueblo. Véase como prueba, el mitin que dio ayer en la Moncloa con el silencio cobarde de Sánchez y saltándose la cuarentena obligatoria a la que está obligado por sus propios decretos, a causa del contagio por coronavirus de la cajera suplente, ahora primera dama del comunismo ibérico.
Con este cóctel explosivo, el gobierno no puede dictar medidas que ayuden a los españoles a afrontar la crisis del coronavirus.
Ante esta situación, se ha limitado por decreto, que el congreso de los diputados pueda ejercer el control al gobierno y ha quedado en poder de la presidenta del congreso, toda la potestad de organizar la mesa del congreso para poder realizar interpelaciones parlamentarias e iniciativas legislativas por parte de los partidos de la oposición. Se le ha colado a Iglesias en el CNI, por medio de un decreto Ley ilegal e inconstitucional, que ha modificado una Ley de 1981 con rango superior al propio decreto, y todo ello para que Iglesias pueda estar al tanto de los secretos del estado. Cada día el vicepresidente segundo tiene más poder dentro de este gabinete incapaz de gobernar España.
Ante esto cabe una duda ¿después de esta crisis, Iglesias y sus socios separatistas dejarán caer a Sánchez como un guiñapo político responsable del desastre, dando por terminada la legislatura y teniendo a Iglesias como caudillo de toda la izquierda? o ¿se mantendrá Iglesias en su apreciado sillón de vicepresidente segundo para seguir con su labor de ingeniería social durante cuatro años, a la espera de “asaltar el cielo”?
Como bolchevique, Iglesias está apuntando maneras. De momento patrocina una cacerolada de sus seguidores contra el Jeje del Estado al cual le ha prometido su lealtad. Increíble, pero cierto, que en una nación occidental un miembro del gobierno, y todo ello en plena crisis del coronavirus, cometa la felonía de querer destruir los cimientos de la nación española, representados por la Jefatura del Estado, para dejar preparada la llegada de una república que antes de llegar, como las otras dos anteriores, ya huele a muerte.
Conociendo a Iglesias, le molestará mucho estar dentro de un gabinete que ha fracasado en una crisis con más de mil muertos y que es culpable de la contaminación masiva por coronavirus de la población española a causa de haber jaleado a las masas incultas a acudir a manifestaciones feministas. Ante esta situación, y para huir de su responsabilidad, el vicepresidente comunista acabará cuanto antes con esta legislatura, la cual está más que amortizada para sus intereses.
Es evidente, que con esta lucha de poder dentro del gobierno, ni Sánchez ni Iglesias tomarán una medida útil para salvar a los españoles de la ruina que les viene encima. Cuantos más pobres y desesperados sean, mejor para el comunismo y sus promesas falsas.
Las medidas presentadas por el gobierno para luchar la crisis del COVID 19 son inútiles y no sirven para contener la crisis. Las medidas tomadas para ayudar a los autónomos se reducen prácticamente a nada. Las medidas para ayudar a las pequeñas y medianas empresas, no sirven para nada, ya que no hay en ellas rebajas de impuestos y los aplazamientos de los pagos tributarios son una yincana de requisitos administrativos y burocráticos que las convierten en inservibles.
Las empresas y autónomos que quieran realizar los aplazamientos fiscales, pagarán intereses al Estado por ese aplazamiento y les cobrarán un 3,75% en intereses a partir del cuarto mes. Hacienda va a meter un sablazo a los que pidan aplazamiento, sabiendo que el Euribor está por debajo del 0 %. De los aplazamientos de los impuestos el presidente del gobierno pretende sacar los fondos para engrosar las arcas del Estado en un periodo de zozobra para los españoles. Todo un delito de lesa patria. Además, la suspensión de los términos y la interrupción de los plazos administrativos no serán de aplicación a los plazos tributarios, sujetos a normativa especial, ni afectará, en particular, a los plazos para la presentación de declaraciones y autoliquidaciones tributarias. Es decir que se interrumpen todos los plazos administrativos excepto los de pagar impuestos por parte em empresas, profesionales y particulares.
El Real Decreto, permite a los empresarios cuyo volumen de operaciones durante el ejercicio 2019 no sea superior a 6.010.121,04 euros a que puedan solicitar el aplazamiento del pago de sus deudas tributarias sobre los impuestos que tengan que presentar e ingresar desde la fecha de entrada en vigor hasta el 30 de mayo de 2020, pero el número de requisitos para poderlo aplicar y el coste de hacerlo, es elevado. Además, en un requisito “sine qua non” presentar la solicitud de aplazamiento con fraccionamiento en el momento en que se presenten los impuestos siendo importe máximo que podrá solicitarse aplazar, sin necesidad de aportar garantías, de 30.000 euros.
Si los impuestos son a pagar más de esa cantidad y la empresa no tiene garantías patrimoniales con las que avalar se queda sin poder aplazar el pago de los impuestos.
El aplazamiento de los impuestos, es sobre IVA, IRPF y el pago fraccionado del Impuesto sobre Sociedades, pero con nuevos requisitos: se establece que el plazo de los aplazamientos que se concederán lo serán por seis meses. Los tres primeros meses no devengarán intereses.
Habrá que pagar intereses a partir del cuarto mes y hasta el sexto y el tipo de interés será del 3,75% anual.
En resumen, las medidas de Sánchez para favorecer a empresas y particulares, son más falsas que su propia palabra en campaña electoral.