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Nada más oportuno hoy que dedicar mis reflexiones al “carnaval” político, adelantado con la llegada al poder de auténticas “máscaras” -y más caras- del “servicio (del) público”, del macabro baile de “disfraces” en que degeneró nuestra pervertida democracia, remedo de la Monarquía parlamentaria representativa que nos vendieron en algún momento, cada día más cercana a la peor oclocracia de una muchedumbre mediocre y rancia. Y si “caras” son, tras el aumento irreflexivo, indiscriminado e innecesario -la triple I– de tanto ministerio y sus ramas de nepotismo desilustrado, cuyos “frutos” son, pareja -o “parejo”- y algún ex que otro, hermano, primo, cuñado, hijo (yernos y nueras) -que no se  diga que la izquierda no apoya a la familia- o el amiguete de turno, no son menos, “caraduras”, el selecto ramillete “elegido” -si no impuesto- por los socios que mantienen al “bello durmiente” en su colchón de la Moncloa. Y como la imaginación es libre -siempre- y la libertad de expresión sigue existiendo -todavía-, voy a proponer algunos disfraces que, en mi opinión, le vendrían que ni pintados a nuestros “próceres” -sería más apropiado llamarlos ‘pijoprógreres’, si existiera el palabro-.

Para empezar, como debe ser, el del jefe de la “banda”, al que no es fácil asignar un disfraz único porque le encajarían unos cuantos. Sin duda, le vendrían como anillo al dedo los de Alí Baba o Pinocho; el primero porque no faltan en su equipo “presuntos” con cuentas y fuentes de financiación de dudoso origen; el segundo, porque con su sarta de mentiras pre y postelectorales, previa acreditación como doctor Plagio cum Fraude, tampoco desmerecería como narigudo “muñeco” del carpintero Gepetto. Pero viendo lo que viene haciendo en sus permanentes cesiones -“bajadas de pantalones” dicen algunos periodistas, sin duda ‘fachas’, coloquialmente- para mantener su sueño, le sugeriría, para su comodidad, el de escocés, con su falda, que le resultará más cómoda -ya sabemos lo “ligerita” de complementos que va- que los engorrosos tirantes o cinturones, “para una prisa”. O su variante de “Escocés errante”, dada la condición de mercenario de Kenneth Allaban, protagonista de la trilogía de Sophie West, y la capacidad de venderse al mejor postor y la afición viajera del susodicho, conocido por ello como Mr. Falconeti que, por cierto, me sugeriría el de Phileas Fogg, protagonista de ”La vuelta al mundo en ochenta días” de Julio Verne. Sánchez no hizo otra cosa que “bajarse los pantalones” desde que se atrevió con la moción de censura en Junio de 2018. Casi de récord esa capacidad de “bajada”. Primero con el PNV, al que unas cuantas “prebendas” le valieron para desdecirse una semana después del sí presupuestario al PP y apoyar, con lo peor del arcoíris parlamentario -no mucho peores que los propios descendientes de Sabino Arana-, al impostado candidato, que remata su “do ut des” con estas últimas cesiones de prisiones y Seguridad Social. ¿Qué, sino bajarse la otrora masculina prenda, fue aquella reunión de finales de 2018, en Barcelona, en la que aceptó el guión de veintiún puntos que le dio en mano el sucesor del golpista fugado? O la vergonzosa “mesa de negociación” impuesta por los separatistas, con visita a su terreno en primer lugar disfrazada de “ronda por todas las autonomías”, o el cambio de fecha para la primera sesión de esa “mesa bilateral porque el “condenado e inhabilitado” -no lo olvidemos- Torra “no podía” asistir a la convocada por la marioneta que sostienen al frente de este gobierno socialcomunista. O, por último, de momento, ante Marruecos, que “tiene todo el ‘derecho’ del mundo a delimitar sus aguas, según la “bruja” -imagínenla con el sombrero y la escoba, y verán como tampoco desmerece con ese disfraz- que colocó en el ministerio de “Asuntos” Exteriores.

Adjudicados los primeros disfraces, el de Pinocho parece habérselo ganado a pulso el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana -ignoro que comprenderá esto último- José Luis Ábalos Meco -cuyo segundo apellido no suena bien tal como se va complicando su Delcygate nocturno de Barajas-, destacado Maestro Ciruela (3 meses), cuyo currículum extrapolítico mejora poco el de su vicesecretaria general, Adriana Lastra, que no llega a muñeca Pepona aunque presume de diva del Partido Sánchez Oprobiosamente Entregado. La que si puede lucir el disfraz de la conocida, acabadita y femenina muñeca Barbie, compañera inseparable de juegos de las chicas -cuando las cosas eran como Dios manda-, es Nadia Calviño, ministra de Economía. Tan fina, que no parece socialista.

Sí estarán de acuerdo en adjudicar el de Cobrador del Frac a la portavoz del gobierno y ministra de Hacienda, Mª Jesús Montero, después de haber dejado casi en quiebra Andalucía, a la que reclama los ajustes que ella no hizo y que pretende disputar ahora a Pedro Solbes el podio “ruina de España”, conseguido con Felipe González (1996) y con José Luis Rodríguez (2011). La “simpática” Marisú -menuda “carga” pública– quiere “armonizar” impuestos “por arriba”, como buena socialista, subiendo los suprimidos por comunidades gestionadas por el PP -Transmisiones, Sucesiones, Donaciones, Patrimonio y revisar el IVA-, y ponerlos a la altura insaciable de socialistas y nacionalistas que los mantienen sin conseguir ajustar sus deficitarias cuentas -75.000 MM€ debe Cataluña-.

No me costó demasiado el de la inconmensurable vicepresideNTE -ente que vicepreside-, Carmen Calvo -digna de la Antología del Disparate-, a la que dejo el del simpático ratón, Dixie, compañero de Pixie, que la “ilustrada” ministra de Cultura de ZParo confundió con la forma de verbo latino, “dixit”, cuando el senador del PP Juan Van-Halem se refirió a los datos que dio la egabrense sobre el costoso y subvencionado -además de mayoritariamente malo- “cine” español. Dijo, “Carmen Calvo dixit…” y ella, tomándolo como insulto, pero sin quererse dar por ofendida, respondió muy dignamente: “usted para mí nunca será Van-Halen Dixie ni Pixie; será su señoría, el senador Van-Halen”.

La pareja de Galapagar, aunque sin armas, me recuerda a aquella otra cinematográfica, Bonnie and Clyde -más feos, claro-, que en lugar de asaltar bancos -la hipoteca para el casoplón de la Caja de Ingenieros no llega a tanto- “asaltaron” -al menos él- Génova, 13, después de la masacre de Atocha en 2004; la calle, o sea la Puerta de Sol, en aquella acampada con rata del 15M de 2011; el propio Congreso, desde fuera primero y los escaños en 2015; y ahora el gobierno, como consortes “especialistas” en asuntos sociales, preferentemente los suyos, que “la caridad bien entendida…”. Aunque no sé si al PabLenin español le iría mejor el del novelesco Rasputín, con más pelo y menos barba, por su verborrea facilona y maquiavélica mente, que va goleando a su socio.

Al resto de miembros y “miembras” del desgobierno, los despacho como macabra chirigota de Cádiz -perdón a los gaditanos-, palmeros sumisos de los “socios preferentes”, pero sin gracia ninguna.

Por último, para mi “amigo” Santiago Abascal nada más apropiado que el de Increible Hulk, verde y con la camisa reventada por esos fantásticos músculos que unas tallas menos resaltan y para su compañera Rocío “MonJasterio”, tan modosita en su prédica, ninguno mejor que el de Dª Inés.

Y hablando de disfraces, con perdón, ya veremos cómo acaban siendo los uniformes de los ujieres del Congreso, después de que se retome el Plan de Igual-da que propuso Podemos en 2017 para, entre otras cosas, “garantizar la igualdad de los diseños y su adaptación a la fisonomía de las mujeres y los hombres”, otro de los “grandes problemas” que quitan el sueño a los españoles. En fin…

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