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Parece que para la ministra del Museo de Celaá todavía no han sido lo suficientemente escandalosas sus declaraciones sobre la “propiedad estatal” de nuestros hijos puesto que todavía sigue “erre que erre” reafirmándose en las mismas y justificándolas.

Parece que la hermana pequeña del jovencito Frankenstein, lejos de retractarse de unas declaraciones que son una clara y descarada apuesta por seguir con la ingeniería social que se está practicando en España y que demuestran una clara inclinación del gobierno hacia el estalinismo más exacerbado, sigue empeñada en seguir hacia adelante y negando la mayor puesto que se expresa de esta forma en una entrevista concedida a ‘El Correo’.

¿El hijo tiene que reproducir miméticamente el pensamiento de su familia? ¿Y si es una familia yihadista también?

Atentos a la comparación y a la vergonzosa comparación que realiza la conductora del coche de caballos de Drácula para justificar sus más que escandalosas y criticables declaraciones. Viendo su argumentario es más que evidente que la señora ministra no sabe ni por donde le viene el aire. Es decir, que no tiene ni puñetera idea de cómo explicar la clara intención que tiene este gobierno de meter sus sucias zarpas en las familias para adoctrinar a los más pequeños.

Están más que claras las intenciones de estos imitadores baratos de Lenin puesto que lo que quieren y lo que buscan es un claro adoctrinamiento de los más pequeños con la insana intención, que han tenido desde que gobernaba Felipe González, de hacer un lavado de cerebro a los más pequeños para conseguir tener a los votantes del futuro y que, de esa forma, la invasión que de España está haciendo el globalismo sea coser y cantar de aquí al menor número de años posibles.

Y después muche mente inocente se pregunta por los motivos por los que Sánchez no ha querido desvelar el número de veces que se ha reunido con Soros en Moncloa…

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1 Comentario

  1. Hablando claramente, la señora no tiene muchas luces…, y además parece que se le va la olla…
    Al fin y al cabo, tiene setenta y tantos años de edad, y, posiblemente, ya no rige bien.

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