En cierta ocasión -tenía yo entonces responsabilidades de gobierno en el área de limpieza pública- tuve una conversación con la directora de un instituto de enseñanza media para requerir su colaboración para solucionar la suciedad que dejaban sus alumnos en un espacio público y tras el periodo de recreo -desayuno- dentro del horario lectivo. Créanme, si les digo que una piara de cerdos no dejaría peor, el espacio público referido. La respuesta de la señora, desde el mayor desaire y enfado, fue de “cómo mi atrevimiento para expresar esas quejas sobre el modélico comportamiento de sus alumnos”. Estos hechos fueron ya hace más de una década, sin embargo y al parecer, la comunidad de la enseñanza, es fiel a lo que en aquella ocasión pude observar en aquella señora.
Mi situación actual, mas desde la observancia que desde la participación, ha dado lugar a que hoy, día de año nuevo, haya salido a pasear, a mi más fiel compañera, mi perrita Tuka, a una hora -eran más o menos las once de la mañana cuando inicié el paseo- que por ser el día que es que podría considerase temprana. A pesar de la hora, el pueblo aparecía casi desierto, los bares cerrados. Vivo en un pueblo de alto nivel cultural, dentro de lo que hoy tenemos.
Las calles y avenidas en las que mayormente se entremezcla la gente, lucían repletas de abundantes muestras de la botellona que, sin lugar a dudas, hubo unas horas antes. En general, los residuos eran abundantes bolsas de plásticos por los suelos haciendo publicidad de las grandes empresas de distribución comercial, además de botellas vacías ya de plástico, de refrescos, ya de cristal, de marcas de licores de muchos grados en papeleras más que repletas. Mientras esto sucedía por los suelos de las aceras y papeleras, los muchos contenedores de residuos de todas las especialidades observaban desolados con sus estómagos vacios.
Días pasados hemos tenido en España la cumbre sobre el cambio climático de la que evidentemente, los jóvenes no se han enterado y de la que al parecer los educadores, si se lo han hecho saber, queda claro que no se lo han sabido trasmitir o a lo mejor es que simplemente, los alumnos no creen en ellos.
No creo en el cambio climático. Pero si estoy muy convencido de la enorme falta de educación y de civismo y la falta de respeto a los demás y al medio ambiente que hoy se ha instalado en la sociedad. Una sociedad que ha eliminado la responsabilidad de cada uno de entre los ciudadanos “papá estado es responsable de todo”. Es curioso, los que defienden la “realidad” del cambio climático, son los mismos que ofrecen y justifican la mayor impunidad a la juventud para contaminar y para que puedan saltarse, hoy, las leyes que prohíben el consumo de alcohol en la vía pública.
TODAS LAS REDES SOCIALES DONDE PUEDES ENCONTRANOS, HAY QUE ESQUIVAR LA CENSURA