Ayer noche, 4 de noviembre, se aguantó el debate a cinco, de cinco partidos de ámbito nacional.
Una vergüenza, presidió la descalificación de las personas y partidos, con medias verdades, mentiras, culpando al otro sin reconocer culpas propias, con falta de respeto, con sonrisas y gestos irónicos, con complejos de superioridad y de la razón, con oídos sordos, una debacle de debate con minúsculas.
No hubo momento de debate entre los cinco de presentación de programas que interesan a los españoles: la dignidad, la educación, la vivienda, la salud, la igualdad de todos los españoles sean del lugar que viviese, la familia, la vida del inicio a final de todo ser humano, el empleo y sueldo, la jubilación, la pensión la memoria histórica verdadera y no parcial, la inmigración. Sólo hubo cinco monólogos, cocotorras, sin escucharses y dándose soluciones contrarias al bienestar de todos los españoles, sólo soluciones para una parte de los españoles. No hubo diálogo alguno, sino patio de vecinos.
Sanchez, ba bla bla de feriante sin ton ni son, y de descalificaciones; Iglesias sólo mira su ombligo del comunismo históricamente fracasado y sus propuestas de carcajada antiguallas sólo para su gente; Rivera unas intervenciones infantiles y de descalificaciones, lo único que sabía repetir, era un hazmerreír cada vez que hablaba; Casado, un pato mareado y un movimiento de cabeza que mareaba al televidente, reivindicando el gobierno de la nación.
El único con clase, el llamado ultraderecha Abascal, descalificado permanentemente por el feriante, el infantil, y el autodenominado comunista de un chalet de propiedad privada de más de 600.000 euros.
Él, el ultraderecha, el único que escuchaba y hablaba para todos los españoles en los valores que nos interesa a todos, se le entendía, hablaba con calma y paz.
Un debate, que cansó, que repite la cualidad de los políticos españoles de todos los debates, la descalificación y el oídos sordos, llevó a descansar a millones de españoles antes de que terminasen, aburridos del debacle y cansados de la hora…, al día siguiente había que trabajar.
Políticos sin clase.