paracaidista
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Hoy se ha vivido, un 12 de octubre más, el tradicional desfile por la Fiesta Nacional, con la presencia del Jefe de Estado y de las más altas instituciones de nuestro país. Y como todos los años, en el inicio del acto, un paracaidista ha llegado al palco de autoridades con la bandera de España. Pero este año la cosa no ha desarrollado según lo previsto y el experto paracaidista ha quedado enganchado en una farola de la Castellana.

Y ante esta situación el diputado nacional Gabriel Rufián ha lanzado una de sus gracietas a través de la red social Twitter, diciendo «Se ha salvado antes a una bandera enorme que a una persona colgada. No se me ocurre mejor alegoría».

Por suerte otro tuitero ha estado rápido y ha contestado al líder de ERC en los siguientes términos: «No. Él liberó la bandera para que pudieran continuar sin interrupciones. Pensó primero en los demás que en sí mismo. Esa es la lección que deben aplicarse nuestros políticos».

Pero esos detalles, esa actitud del paracaidista no las capta Gabriel Rufián. Rufián vive en su mundo, en su matrix particular y en el odio a todo lo que represente a España. Y por cierto, la dignidad de ese paracaidista y el cariño con el que se le ha tratado por parte de las autoridades y el público dicen mucho de lo que ha de ser un país.