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No esperƔbamos eso de Ʃl
Los espaƱoles somos un pueblo que, Ćŗltimamente, va de decepción en decepción. Pero las decepciones no van hacia todos, casi siempre los que nos llevamos las decepciones somos los que tenemos una forma de pensar determinada, una ideologĆa determinada, creemos en la unidad de EspaƱa y en que la Ley se cumpla y se aplique de la misma forma a todo el mundo.
Durante el proceso del juicio contra los golpistas del 1 de octubre en CataluƱa, todos convertimos al juez que presidĆa el tribunal, al juez Marchena, en una especie de hĆ©roe. La forma en la que fue llevando todo el juicio, las respuestas que iba dando a todos los representantes del separatismo que iban a declarar, todo en general, nos gustaba. Les ponĆa en su sitio y Ć©l se ponĆa en el suyo, algo que deberĆa ser lo normal pero algo a lo que en EspaƱa no estamos acostumbrados en los Ćŗltimos tiempos cuando andan los separatistas de por medio.
Y debido a todo eso esperĆ”bamos que su postura firme e inalterable lo fuera tambiĆ©n cuando llegara el momento de dictar sentencia. SabĆamos que iba a sufrir presiones polĆticas para que la sentencia fuera suave pero la imagen que nos dio durante el juicio consiguió que albergĆ”ramos esperanzas porque nos dejó una imagen de hombre recto y juzto que no sucumbirĆa ante presiones por muy grandes que fueran.
Pero tras leer la sentencia nos hemos dado cuenta que, una vez mĆ”s, estĆ”bamos equivocados. Nos hemos dado cuenta que, como pasa habitualmente, nos hemos encontrado con que tambiĆ©n ha sucumbido a las presiones y ha dictado la sentencia que convenĆa a los intereses polĆticos del gobierno que preside SĆ”nchez. Con Marchena nos hemos encontrado con la gran sorpresa de que todo ha sido mucho ruĆdo y pocas nueces.
Parece que en esta EspaƱa prima mĆ”s el interĆ©s personal que el colectivo y que todo el mundo sucumbe las presiones polĆticas por interĆ©s personal o por el que sea. Una pena, una verdadera pena ir de decepción en decepción.