Desde que tenemos uso de razón, hemos escuchado la famosa frase latina “mens sana in corpore sano”, más o menos. Aunque este razonamiento es muy antiguo, también desde muy antiguo se conoce el equilibrio que aporta al organismo la práctica de algún deporte. Aunque también es cierto que en tiempos más pretéritos, eran los más aventajados económicamente los que se permitían el lujo de la práctica del mismo.
Los más pobres lo ejercían en muchos casos en el desarrollo de muchas modelos de trabajos que necesitaban de un gran aporte de facultades físicas aunque eso si, en muchos casos las muchas repeticiones de algunos movimientos, daban lugar a copiosas tendinitis. El progreso, también nos ha traído el sedentarismo en muchos trabajos y la mayor necesidad en beneficio del equilibrio orgánico, de la práctica de algún deporte en paralelo al trabajo.
A pesar de todo esto, no toda práctica de un deporte se podría considerar como un espectáculo. Es más, en algunos casos la práctica de una disciplina deportiva por muy meritoria que sea por parte del que lo practica, ya por sus escasas dotes para esa disciplina, ya por alguna merma física y por mucha voluntad que pueda desempeñar, se podría valorar como de muy meritoria y como ejemplo de superación para la sociedad, pero salvo en rarísimas ocasiones se podría definir como espectáculo. Un espectáculo, dejando a un lado su posible definición y los países en los que los medios de comunicación están monopolizados y su prioridad es la de ideologizar, es cuando los aficionados pagan para poder verlo, es cuando las televisiones, radios y periódicos dedican buena parte de su programación al mismo. Es cuando las empresas del libre mercado pagan autenticas fortunas por intercalar su publicidad en esas retransmisiones deportivas.
Ayer, mi admirado Jose María García, líder deportivo durante muchos años en la radio española, en el tramo de libertad periodística que se gozó en España durante los primeros años del actual régimen, metió la pata hasta el corvejón. No pudo refrenar ese espíritu libre que siempre ha tenido. No pudo refrenar su incorrección política a la hora de expresar públicamente lo que piensa del futbol femenino. Aunque creo que el problema se produce por la forma y no por el contenido, además de compararlo con el fútbol masculino. Todos sabemos y se da como natural, que en general es verdad que a una mujer le cuesta recorrer los 120 metros que mide un campo de futbol y llegar fresca a la portería contraria para terminar jugada, mucho más de lo que le cuesta en general a un hombre. También sabemos, la diferencia de nivel entre equipos de hombres y de mujeres pero tampoco pasa nada, se da por admitido. Hablaba el insigne periodista que los juveniles del At. De Madrid podrían meterle diez goles al mejor equipo de mujeres. Yo recuerdo hace un par de años, los cadetes -una categoría más joven que los juveniles- del Coria en pretemporada, ganarle al equipo femenino del Betis de primera división por tres goles a cero.
Creo que el dilema está en “espectáculo o formación feminista”. Seguramente, si no nos pusieran fútbol femenino hasta en la sopa Jose María Garcia, habría sido mucho más correcto políticamente hablando y todos en general, especialmente los de espíritu libre, veríamos con mejores ojos el futbol femenino que honestamente creo que se están equivocando al potenciar en el mismo las virtudes masculinas y no las femeninas.