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Su propietario se llama Ismet Drishti
Hace unos tres o cuatro años, la televisión albanesa ‘Zjarr Televizion‘ se hizo famosa en todo el mundo debido al más que sorprendente vestuario que llevaban las presentadoras de sus informativos llamado 360 grados. Todas ellas aparecieron vistiendo con un gran escote que apenas ocultaban sus exuberantes pechos.
Y a pesar de ser una televisión local, las imágenes de Zjarr Televizion dieron la vuelta al mundo a través de vídeos que se hicieron virales y convirtieron esta televisión en una de las más vistas del país con una audiencia cada vez más alta.
Su propietario, Ismet Drishti, justificaba el vestuario en aras a la “transparencia informativa” añadiendo, además, que “Esta forma de vestirse es simbólica. Hemos asumido la misión de decir a la gente la verdad sin censura, la verdad desnuda“. Por otro lado, cuando fue preguntado sobre si no consideraba esto como machista, Dristi afirmaba “mis presentadoras no van desnudas. Tienen el mismo escote que el de la representante albanesa, Elhaida Dani, en Eurovisión 2015. ¿Quién decide que en un show está permitido un gran escote y en el informativo no?”


Por otro lado, cuando las presentadoras hablaban de su trabajo no mostraban inconveniente alguno en realizarlo de esa guisa, además de que alguna de ellas ha abandonado Zjarr debido a que han conseguido puestos de trabajo mejores debido al trampolín que les había supuesto participar en esta televisión.
Tras leer todo esto, la pregunta es obligada: ¿podría emitir en España una televisión como Zjarr Televizion tal y como están las cosas aquí? Y la respuesta es más que evidente: seguramente no. Los ataques que sufriría la por parte de la mayoría progre con su cultura de lo políticamente correcto y la persecución existente contra la libertad de expresión y de opinión lo impedirían.
Y no es que nosotros estemos ni de acuerdo, ni en desacuerdo con una forma de trabajar como esta. Con lo que estamos de acuerdo es con la libertad. Con la libertad de alguien para decidir montar una televisión como esa y la libertad de sus empleadas, ya mayores de edad, para decidir si aceptan o no aceptan ese trabajo. Y la libertad es algo que aquí en España brilla por su ausencia, aunque parezca mentira y sean precisamente los mayores censores los que lo digan.
De un tiempo a esta parte, ese programa también ha comenzado a ser presentado por hombres.