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Hace un par de meses, Pedro J. Ramírez, ese asesor áulico a ratos de Albert Rivera que tanto se ha esforzado en manipular la imagen de VOX desde su deficitario diario digital, afirmaba en la tertulia de Federico Jiménez Losantos que las diferencias entre el PP, C’s y VOX no eran tantas. Con esta falaz afirmación, el periodista logroñés pretendía justificar, en aras de un utilitarismo electoral propio de Bentham, la unión de los tres partidos de derecha.
En el fondo, la intención de Ramírez, como la de otros plumillas, era justificar la fagocitación de VOX por derechas tramposas o partidos de ideología distraída.
Porque a diferencia del Othelliano PP, siempre debatiéndose entre el “ser o no ser derecha” o el Potemkiano partido naranja, siempre dispuesto a ofrecer una mala representación teatral para captar votantes en cualquier lado, VOX ha demostrado coherencia con los principios que defiende. Unos principios que ¡oh casualidad!, no son en absoluto compartidos por esos lobos pseudo socialdemócratas disfrazados de partidos de derechas.
Lo que esta patulea de analistas interesados no han sabido captar-o no han querido reconocer- es que para muchos votantes, VOX no sólo nos ofrece programas electorales con propuestas y medidas concretas. El partido de Abascal nos plantea una renovada y esperanzadora visión de la nación, la sociedad, las personas y un ejercicio real de sus libertades. En este artículo trataré dos ejemplos:
El respeto a los derechos humanos y la unidad y defensa de la Nación Española como elementos pre fundantes de la Constitución Española.
Las constituciones, como afirma Gregorio Luri, “son redactadas por personas que creen en los derechos fundamentales del hombre antes de comenzar a desplegar su articulado (…) Toda legitimidad deriva de la Constitución, pero al mismo tiempo es legítima porque respeta los derechos humanos”. VOX es el único partido que defiende tales derechos en su totalidad y se niega a aceptar tramposas adiciones de nuevos “neo derechos” que ciertos lobbies y grupos de presión intentan imponernos con embudo.
En esta defensa de los derechos humanos no es un tema menor el valor de la vida, tan atacado hoy en día por los partidos que propugnan la cultura de la muerte y la eugenesia. Estas correas de transmisión de las oligarquías malthussianas, ofrecen todo tipo de argumentos para justificar en aras de la dignidad de la vida, la supresión de la vida. ¡Bonito sofisma! Como escribió Freud (en esto acertado) a Marie Bonaparte; “en el momento en que un hombre pone en cuestión el significado y el valor de la vida, está enfermo”.
Por otro lado, VOX defiende con convicción la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles.
Parafraseando a Luri, puedo afirmar que el patriotismo es la manifestación más clara de la fe de una nación en sí misma. Porque ante una crisis grave, es el sentimiento de pertenencia a esa sociedad que integra la nación, la que favorece las reacciones solidarias de la ciudadanía. Repase el lector la historia. Está trufada de ejemplos.
De nuevo cito a Luri cuando certeramente sostiene que: “un cierto orgullo nacional es tan importante para una comunidad como la autoestima para un individuo. Es una condición imprescindible para su mejora. Un país que no se aprecia difícilmente querrá mejorarse, mientras que si se aprecia a sí mismo, dispondrá de un capital de confianza para afrontar las incertidumbres del futuro”.
Precisamente por ello, hay que añadir un punto que parece acomplejar a otros cuando hay que defenderlo con contundencia: la unidad de España. Frente a los ataques que lleva sufriendo en los últimos decenios y que ahora alcanzan su apogeo, hay que recordar que defender la unidad de España y el patrimonio común que implica (hablamos del positivo, pues toda nación esta tejida con luces y sombras) no es una realidad de libre disposición por los españoles de hoy.
La hemos recibido de nuestros antepasados y es un legado que debemos a las siguientes generaciones. Por eso debemos protegerla de ataques externos e internos.
En este sentido, muchos critican a VOX por proponer la disolución de las autonomías. En un alarde de superficialidad se nos trata de radicales. Pero con ello desprecian un fundamento de la política orientada al bien común: Que no hay ideología política sin ambición moral. Y para VOX es valioso todo lo que permite a lo largo de la historia, que la comunidad política sea a la vez plural y diversa. Si las diferencias pueden subsumirse bajo un nosotros, como afirma de nuevo Luri, esa comunidad es UNA. Nada impide por tanto, que España mantenga la unidad en su diversidad.
Pero ¿podemos negar objetivamente que las CCAA han diluido en mayor o menor medida ese nosotros llamado España en aras de intereses vergonzantes de sus dirigentes, cuando no han pretendido destruirlo? Ejemplos tenemos a patadas.
Nosotros creemos que, más allá de razones técnicas u organizativas, las CCAA han sido catastróficas para la cohesión de España.
Por todo ello, acabar con lo que nos debilita como nación y conocer o exaltar los ejemplos de excelencia que se han producido en nuestra historia, no es un acto de patrioterismo barato. Las grandes gestas, los buenos ejemplos y las figuras históricas que son modelo de comportamiento, son un vínculo intergeneracional y un elemento de cohesión social.
Sin este consenso básico de copertenencia, o pertenencia a una comunidad, la confianza mutua se debilita, los vínculos morales entre los ciudadanos se diluyen y se oscurece la diferencia entre lo nuestro y lo ajeno. ¿Nos suena? Una sociedad auténtica no es una suma de micro sociedades opuestas. Hemos de aprender de los últimos 40 años. Valorar lo positivo y descartar lo dañino. Desgraciadamente, como afirmaba Maura, “la memoria es una prófuga de la política”.
Hay que ir más allá. Plus Ultra.