Primer atentado indiscriminado de ETA, primera masacre de la banda asesina.
El atentado de la cafetería Rolando fue planeado casi un año antes. Entonces, un grupo de etarras llegaron a Madrid de la mano de la militante del PCE, Eva Forest, mujer del dramaturgo proetarra Alfonso Sastre, para organizar los preparativos del asesinato de Carrero Blanco.
Se fijaron en la cafetería Rolando, situada en la calle Correo, puesto que la frecuentaban muchos policías, ya que se encontraba enfrente de la Dirección General de Seguridad. Ante la imposibilidad de colocar una bomba en la DGS, decidieron hacerlo enfrente. Y para conseguir alcanzar el edificio de la DGS, la bomba tenía que ser lo más potente posible.
El brutal atentado y la masacre que provocó.
La bomba estaba compuesta por treinta kilos de dinamita. Le añadieron ademas tuercas de dos centímetros de diámetro para que hiciera de metralla y fue colocada en los aseos de la cafetería. La explosión del artefacto se produjo hacia las 14:30 horas, hora de más afluencia de público debido a las comidas.


Fue una explosión de tal magnitud que derribó por completo el techo de la cafetería, sepultando a la mayoría de las personas que se encontraban en ella. Murieron once personas prácticamente en el acto, otras dos poco más tarde e hirió a otras sesenta personas. La metralla provocó mutilaciones terribles a las víctimas. La potencia de la explosión fue de tal magnitud que varias víctimas aparecieron totalmente desnudas y uno de los cuerpos fue lanzado contra el edificio de la DGS.
Los autores materiales del atentado, las consecuencias del mismo dentro de ETA y la implicación del Partido Comunista
La masacre de la cafetería Rolando provocó un terremoto en el seno de ETA, que nunca reivindicó el atentado, quizás porque lo que se pretendía, matar policías, no se había conseguido. Los duros, partidarios de la violencia indiscriminada, continuaron como ETA militar-V Asamblea. Los que estaban en contra de la violencia indiscriminada, pero seguían apoyando la violencia selectiva, se agruparon en ETA político-militar. En 1982, ETA pm VII Asamblea anunció su disolución, integrándose sus miembros en Euskadiko Ezkerra.
Alfonso Sastre y Eva ForestEl atentado fue planeado por ETA casi un año antes, cuando un grupo de asesinos de la banda vinieron a Madrid para, de la mano de Genoveva (Eva) Forest, mujer del dramaturgo proetarra Alfonso Sastre, realizar los preparativos del asesinato del almirante Carrero Blanco. Se fijaron en la cafetería Rolando porque era frecuentada por policías, debido a la cercanía de la DGS. Recopilaron toda la información y el 13 de septiembre de 1974 dos etarras, un hombre y una mujer, colocaron la bomba en los aseos.
Los dos asesinos llegaron directamente de Francia y contaron en todo momento con la ayuda de Eva Forest, alias Vitia y Tupamara. No sólo los llevó hasta la cafetería sino que los alojó posteriormente en uno de los pisos de seguridad que tenía en Alcorcón. Los etarras, tras estar unos días escondidos, regresaron a Francia.
Pensando en el coste de imagen que una masacre de civiles podía tener para la banda, ETA reaccionó negando su responsabilidad y culpando, en un comunicado difundido el 29 de octubre, a “núcleos ultrafascistas estrechamente ligados a determinados medios policiales y políticos del Estado español”. Pero era ya demasiado tarde pues, para entonces, había un gran número de detenidos. El 23 de septiembre se culminó una gran operación policial, con ocho detenidos y el descubrimiento de cinco pisos francos que Forest tenía en Madrid.


La pieza clave de todo el entramado era Genoveva Forest, militante del PCE desde 1962. Ese mismo día se informó también de que la Policía de Bilbao sospechaba que el etarra José Manuel Galarraga Mendizábal podría haber sido el que ayudó a construir los “refugios” en Madrid. Además, su presencia, y la de otros miembros de la banda, había sido detectada en la capital días antes del atentado.
El Partido Comunista y su implicación en el atentado
Muchos de los detenidos eran del Partido Comunista en ese momento, y otros habían pertenecido al PCE pero ya se habían desligado del mismo. Era el caso de Genoveva Forest, que en el momento de la masacre ya no pertenecía al PCE. La Policía detuvo a gente de la televisión y del teatro, a un piloto de Iberia, a un albañil llamado Antonio Durán Velasco (miembro de Comisiones Obreras y del PC, que era buscado por el TOP desde 1971). A la abogada Lidia Falcón (varias veces detenida por sus actividades comunistas) y a su entonces compañero, Eliseo Bayo (con antecedentes de detención por actividades comunistas)… y a muchos otros más, pues el círculo de detenciones se fue ampliando, e incluso la posibilidad de detención planeó sobre personas tan conocidas, y tan ajenas a todo ello, como Adolfo Marsillach o Concha Velasco. El vínculo era siempre el mismo: bastaba haber tenido cualquier relación con Eva para que tu situación se volviese comprometida.


Sea como fuere, la brutalidad del atentado y el hecho de que muchos detenidos fuesen del PC, desató una reacción anticomunista en la sociedad. Por ese motivo Santiago Carrillo dio “órdenes de que se borrara hasta el más pequeño rastro de que el Partido tuviera nada que ver” con el atentado (José Ramón Gómez Fouz, Clandestinos, Biblioteca Asturianista, 1999).
Lo cierto es que muchos de los más de treinta detenidos eran comunistas y antifranquistas pero no tenían ninguna relación con ETA. O al menos eso creían ellos, porque “el caso es que la tenían [la relación con ETA] pero no se habían dado cuenta“, señala la periodista Anna Grau (De cómo la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak, Destino, 2011, pág. 82).
Eva Forest
El hecho es que Forest y su marido, Alfonso Sastre, tenían una serie de pisos francos en Madrid (ellos los llamaban “jaulas”), y toda la infraestructura de ETA V-Asamblea en la capital se apoyaba en ellos dos, que muchas veces utilizaban a miembros del PCE para otros fines. Por eso muchos detenidos en esos días no eran conscientes, o eso dijeron y dicen, de que su relación con Forest les vinculaba directamente con ETA. Así lo cuenta Lidia Falcón en el libro citado de Anna Grau: “Eliseo y yo nos habíamos comprado un piso en Madrid, en la calle Onésimo Redondo, y Eva Forest tuvo las llaves de ese piso durante un año entero. Nos convenció de que un amigo suyo albañil nos iba a hacer un armario secreto para esconder documentos, papeles, octavillas, etc. Lo que nosotros no sabíamos era que Eva estaba llenando Madrid de armarios secretos de ese tipo y que todos los que teníamos uno seríamos detenidos en relación con el atentado de la calle Correo. Porque ella misma nos delató“.
Y continúa Anna Grau el relato con la reconstrucción de los hechos que hace Lidia Falcón: “Eva Forest recogió personalmente en la estación a los dos chicos (sic) –una pareja- de ETA que venían con la carga explosiva desde Francia. Los llevó al refugio que tenía en Alcorcón, donde ya se habían ocultado los etarras que mataron a Carrero Blanco, y a la mañana siguiente les llevó a ver el panorama para explicarles cómo tenía que hacerse el atentado, que había sido idea de ella. Lo llamaban la Operación Caperucita porque, al ser imposible poner una bomba en la Dirección General, pues se le ocurrió ponerla en la cafetería de la acera de enfrente. (…) Ella hasta les acompañó a poner la bomba, y luego se largaron todos en aquel seiscientos hecho polvo que Eva tenía, con el que había paseado a Argala por todo Madrid y los paseaba a todos…“.
María Lourdes Cristóbal Elorza, alias Pompadour
Uno de esos “chicos” de ETA de los que habla Lidia Falcón era María Lourdes Cristóbal Elorza, alias Pompadour, autora material del atentado. Hija de exiliados en Francia desde 1936, residía en Bayona, aunque hacía tiempo que no se había detectado su presencia en la ciudad francesa. Había prestado colaboración a ETA V-Asamblea en manifestaciones y diversos actos de protesta, como la huelga de hambre en la catedral de Bayona. Al parecer, la asesina se arrepintió al ver las consecuencias de la barbaridad en la que había participado. Arrepentimiento que, para los asesinados y sus familias, llegó evidentemente tarde.


Igual que hizo tras el asesinato de Carrero Blanco, Genoveva Forest se fue a Francia tras la masacre para contar a la cúpula de la banda de asesinos su “hazaña” en la cafetería Rolando. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en diciembre de 1973, cuando pudo comprobar la satisfacción de ETA por el asesinato del almirante, esta vez no ocurrió lo mismo, y tuvo que sufrir todo tipo de reproches por la barbaridad que acababan de cometer. “Así se explica –dice Lidia Falcón- cómo pasó Eva de presumir ante mí de que el atentado de la calle Correo era el acto revolucionario más importante que había acaecido en España desde la guerra civil, a negar que ella tuviera nada que ver” (Anna Grau, ob. cit. pág. 83). De ahí los intentos de desviar la atención hacia grupos de la ultraderecha, pero “por desgracia, subraya Falcón, era difícil suscribir esta tesis desde dentro [del PC], y más sabiendo que algunas detenciones podrían ser irracionales, pero no eran aleatorias” (Anna Grau, ob. cit. pág. 84).
Trato de favor a Eva Forest
Forest, ideóloga y participante activa en la masacre, no sólo delató a personas que no habían tenido nada que ver con el atentado, sino que fue consiguiendo un trato de favor a medida que iba delatando a sus amigos y conocidos. Así, al menos, lo afirma Lidia Falcón en el testimonio prestado a Anna Grau, asegurando “haber percibido indicios de un progresivo y desconcertante trato de favor” hacia Eva por parte de la Policía.
Lidia Falcón describe a Eva Forest como “un personaje desequilibrado, una especie de bipolar de la subversión, alguien que oscila entre la megalomanía y el pánico a las consecuencias de sus acciones” (Anna Grau, ob. cit. pág. 86). En parecidos términos la describe José María Calleja en Contra la barbarie. Un alegato a favor de las víctimas de ETA (Temas de Hoy, 1997), cuando cuenta por qué se descartó el atentado en la Dirección General de Seguridad y se optó por la cafetería Rolando: “Como esta operación [la bomba en la DGS] resultaba descabellada incluso para mentes tan calenturientas e iluminadas como la de Eva Forest, se rebajaron los planteamientos y se decidió, como casi siempre en la historia de ETA, algo más cobarde, con coste prácticamente nulo para los que colocaron la bomba y elevadísimo riesgo para sus destinatarios y para otras personas que lógicamente iban a estar en el lugar de los hechos por tratarse de una cafetería muy concurrida“.
El atentado quedó impune
La masacre de la cafetería Rolando quedó impune. Aunque muchos detenidos pasaron meses y años en prisión, nunca llegaron a ser juzgados, porque antes llegó la amnistía de 1977. Eva Forest “consiguió evitar no sólo la pena capital sino incluso el ir a juicio. Pasó tres años en la cárcel pero salió inmaculada (…). El misterio más profundo de todos quizá sea este: ¿cómo consigue Eva Forest salir tan bien librada, no ya del atentado de la calle Correo, sino del atentado contra Carrero?” (Anna Grau, ob. cit. pág. 86). Eva Forest falleció en 2007 a los 79 años en Fuenterrabía, de muerte natural, no sin antes haber dedicado parte de su vida a defender los derechos humanos vulnerados… en Europa, llegando incluso a pedir asilo en la Cuba de Castro en el año 2005. Siguió vinculada con el entorno proetarra, igual que su marido, Alfonso Sastre.
Las víctimas del atentado


- Antonio Alonso Palacín, mecánico, natural de Alhama de Aragón (Zaragoza). Había contraído matrimonio seis días antes.


- María Jesús Arcos Tirado, de 28 años, natural de Contamina (Zaragoza). Esposa de Antonio Alonso, trabajaba como telefonista en Alhama de Aragón. La infortunada pareja aragonesa llamaría la atención de los medios de comunicación durante la cobertura del atentado. El funeral se celebró en la iglesia de Contamina, con la asistencia de numerosos vecinos de los recién casados.


- Francisca Baeza Alarcón, de 45 años, maestra del Grupo Escolar Jesús Castillo de Valdepeñas (Ciudad Real). Era soltera e hija única, y vivía con sus padres. Había acudido a Madrid a hacer unas compras y, como siempre que lo hacía, había ido a la cafetería con su prima.


- Baldomero Barral Fernández, de 24 años, panadero. Natural de La Coruña, estaba acompañado de su esposa. Baldomero había sido boxeador profesional hasta 1971, ganando los títulos de campeón de Galicia de peso pluma y peso ligero.


- María Josefina Pérez Martínez, de 21 años, esposa del anterior y también de La Coruña. El joven matrimonio estaba visitando Madrid. Tenían dos hijos, el mayor de ellos de tres años.


- Antonio Lobo Aguado, ferroviario de 55 años natural de Villanueva del Río y Minas (Sevilla). Estaba casado y tenía dos hijos.
- Luis Martínez Marín, agente comercial de 78 años nacido en Valladolid y residente en Madrid.
- Concepción Pérez Paíno, de 65 años. Trabajaba como administrativa en la Dirección General de Seguridad.


- María Ángeles Rey Martínez, estudiante de 20 años procedente de Burgos. Había comenzado a trabajar en prácticas recientemente, pero había acudido a Madrid para presentarse al examen de una asignatura que tenía pendiente. Había acudido a comer a la cafetería con unas compañeras.
- Gerardo García Pérez, cliente de la cafetería por trabajar cerca de ella. Estaba casado y tenía tres hijos.
- Francisco Gómez Vaquero, de 31 años, cocinero de la cafetería. Fue rescatado con vida entre los escombros, pero falleció en el hospital. Estaba casado y tenía dos hijas de 4 y 2 años. Su viuda percibió sólo las pequeñas pensiones de viudedad y orfandad, y tuvo muchos problemas para criar a sus hijas.
- Manuel Llanos Gancedo, camarero de 26 años, nacido en Villar de Vildas (Asturias) pero trasladado de niño a Villablino (León), donde su padre trabajó como minero. Los escasos ingresos de su familia hicieron que empezara muy pronto a trabajar como camarero. Cuando su jefe se trasladó a Madrid, él le siguió. Manuel ingresó con vida en el hospital, pero falleció antes de que pudiera ser intervenido quirúrgicamente. Fue el tercer empleado de la cafetería muerto en la explosión.
- Félix Ayuso Pinel, inspector de policía de 46 años. Ingresó en el hospital gravemente herido en la cabeza y sobrevivió durante dos años y cuatro meses, pero falleció en enero de 1977. Este hecho hizo que la inicial lista de fallecidos no incluyera a ningún policía, lo que supuso un grave problema de imagen para ETA, pero también le facilitó difundir la falsa versión de que el atentado había sido organizado por la propia Policía o por elementos ultraderechistas afines con oscuros fines políticos. Lo cierto es que, además del inspector Ayuso, varios policías más fueron heridos ese día.
D.E.P. Francisca Baeza Alarcón, Mª Ángeles Rey Martínez,Baldomero Barral Fernández, Mª José Pérez Martínez, Antonio Alonso Palacín, Mª Jesús Arco Tirado, Luis Martínez Martín, Antonio Lobo Aguado, Francisco Gómez Vaquero, Manuel Llanos Gancedo, Gerardo García Pérez, Félix Ayuso Pinel. Asesinados por ETA en la cafetería Rolando de Madrid el 13 de septiembre de 1974.
Buenas tardes, hoy dia 16 echamos de menos él comentario sobre él duodécimo atentado etarra.
Un saludo y gracias.
Muchas gracias por el seguimiento que están haciendo de esos artículos. Por causas ajenas a nuestra voluntad no hemos podido publicarlo antes pero en unos minutos se publicará. Un saludo muy afectuoso.