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La verdad es que a medida que van pasando los días del juicio por el asesinato del niño Gabriel Cruz nos vamos dando cuenta de que la acusada y autora reconocida del crimen, Ana Julia Quezada, es una autentica insensata de principio a fin y, además, solo piensa en ella.
Y la evidencia de su insensatez y de que solo piensa en ella no es solo por el asesinato del pobre niño, es que su trayectoria vital lo demuestra en cada uno de los movimientos que conocemos de ella. En primer lugar su hija ya no la quería ni ver y a ella parecía importarle bastante poco, hecho reconocido por su propia hija. Además hay detalles en las declaraciones que demuestran su egoísmo. Se desplaza su hija a Almería para ayudar y mostrar su apoyo por la desaparición del niño y a Quezada solo se le ocurre decirle que si ha visto lo bien que está fisicamente ya que iba a un gimnasio.
Pero otro de los detalles llega cuando el magistrado le pregunta sobre lo primero que le vino a la cabeza tras asesinar al niño y ella contesta: “Pienso en el padre; en cómo se lo digo“. Es decir, este engendro parece que está hablando de un niño que se ha hecho una brecha jugando mientras estaba a su cuidado, en lugar de estar hablando de un niño al que ella había asesinado vilmente. ¿Piensa en cómo se lo dice al padre? Si lo raro es que el padre no la hubiera calado antes con esa actitud y ese comportamiento.
O a lo mejor los tiros de toda esta trágica historia van por ahí. El padre ya estaba harto de ella y más si tenemos en cuenta que a su hijo no le gustaba la novia de su padre y Quezada tomó a ese niño, a Gabriel, como a un enemigo al que había que eliminar para no perder al padre. En resumen, un auténtico bicho que cada vez que abre la boca lo pone aún peor. Un ser despreciable.
Es, simplemente, una psicópata de manual. Reúne, punto por punto, todos los comportamientos de un ser humano que sufre este peligroso trastorno de la personalidad, que se estima afecta a un 10% de la población mundial. Menos mal que la mayoría de los psicópatas nunca llegan a matar, pero son la maldad personificada. Ahora mismo tenemos un presidente del gobierno que también sufre este trastorno; seguramente no va a matar a nadie con sus propias manos (ganas no le faltan y escrúpulos no tiene, pero sabe de las consecuencias y por eso no lo hará; los psicópatas carecen del sentimiento de culpa, no saben lo que es la empatía ni la compasión). Lo dicho, no matará a nadie pero va a dejar a España hecha unos zorros, y le importa una mierda; sólo piensa en él.