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El todavía corto reinado de S.M. Felipe VI, nos ha ido descubriendo las grandes dotes de buen Jefe de Estado que posee Don Felipe. Porque nuestro Rey, a pesar de su todavía corta estancia en el Palacio de la Zarzuela, ha demostrado que es un monarca muy bien preparado al que adornan otras muchas cualidades como las de la prudencia, oportunidad, templanza, seriedad y amor por España.
No hay que olvidar que también su augusto padre Juan Carlos I, desempeñó con acierto, eficacia y patriotismo sus treinta y nueve años de reinado, de cuyos logros como Rey tomaría Don Felipe más de una nota. Deliberadamente excluyo de mi análisis la vida privada de estas dos familias, que debe ser tan inviolable como la de las demás familias del mundo. Ambos monarcas, desde que se refrendó la Carta Magna por Don Juan Carlos el 27-12-1978, han demostrado su idoneidad, preparación, resolución y decisión, actuando de acuerdo con lo que señala el Título II de la Constitución que se ocupa de la Corona.
En la memoria de todos están esos momentos cruciales de nuestra reciente historia que los españoles jamás deberíamos olvidar. Y ello a pesar de que algún comunista haya pretendido que Don Felipe presione sobre el presidente en funciones para no sé que asuntos.
Estoy absolutamente seguro de que, de todas estas comparecencias ante el Rey, Su Majestad, al igual que hizo Don Juan Carlos, guardará el sigilo (como si fuera un secreto de confesión) que le exige el cumplimiento de la Constitución y su insobornable solvencia moral y patriotismo.
He titulado este escrito como “Dotes de buen confesor” pero quizás debí titularlo ¡¡Dotes de gran Rey!!