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Cualquiera que esté al día de la información sobre España, se hará cruces de los personajes con los que nos han tocado convivir en lo que actividad política se refiere. La realidad es que en todo el mundo hay problemas de convivencia, pero si analizamos serenamente la situación, nosotros no nos escapamos de la tónica general o, quizás, estemos algo peor que la media.
Después de haber vivido unos años bastante tranquilos, gracias a la gallardía y buen hacer de nuestros representantes en el año 1978, superando las dificultades que entraña la lucha política, hoy las cosas se están disparando a peor principalmente por el egoísmo de algunos dirigentes que no ven nada más que su ego por encima de todo. Tenemos el caso de Cataluña con el chulo Torra, lameculos del cobarde Puigdemont, que -lamentablemente- quiere llevarnos a todos a la ruina con su insistencia en implantar de nuevo su tan delirante como imposible independencia.
Y, por otro lado, tenemos el mudo Zapa-bis, que con tal de no poner en riesgo su pretendida “estancia eterna” en La Moncloa, no tiene los arrestos que se precisan para atajar esa locura, como tampoco el desconcierto de los náufragos, o sus amadas u odiadas alianzas. Yo creo que ambos, el chulo y el mudo, no son personas preparadas para conducir una comunidad autónoma (el primero) o una nación (el segundo). Porque lo primero que hace falta para ello es: estar bien preparados, ser generosos y buenas personas, además de poner el interés común por encima de todo. Y esas cualidades no las tienen (ni de lejos) ni el uno ni el otro.
Habrá por tanto, que pensar en protagonistas que sean capaces de reunir esas condiciones mínimas que acabo de citar.