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Parece ser que el “consejo de ministras” de hoy (por el pasado viernes) va a promover al empleo de general de brigada a una señora coronela. Mis felicitaciones para la interesada. Según el diario “El Mundo”, era de las últimas calificadas en el curso de ascenso a general, ¡pero eso, a quien coño le importa! Es mujer, y yo lo valgo. Unidas podemos ser generalas, ministras de defensa, presidentas del gobierno y hasta reinas. ¡Y sino que se lo pregunten a doña Leticia, con c!

Hace poco el Consejo General del Poder Judicial entrevistó a los candidatos a Presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Aragón… Había un candidato varón, un gran jurista, además de una excelente persona, padre de familia numerosa, adoptante de niños sin padres, preparador –con éxito- de cientos de jueces y fiscales, etc., y una señora, procedente de Madrid, quien alegó como “mérito” que ella era mujer (por si no se habían dado cuenta los miembros de la comisión de selección).

¿Saben quién obtuvo la plaza…? Pues la señora, faltaría más, que los del consejo son muy acojonados, y nadie en su sano juicio –de lo que se deduce que yo no debo de estar muy bien de la azotea- es capaz de enfrentarse a la “manada feminista”.

Como decía en mi artículo “Igualdad, sí; supremacismo feminista, no”, hemos llegado a una situación en la que el simple hecho de ser mujer ya supone un valor añadido, un plus de capacidad y de mérito…

¿Pero dónde queda la igualdad?

Hace poco leí que el Ejército de USA está relegando a un papel auxiliar a las mujeres en situaciones peligrosas, guerras, etc., pues han debido de llegar a la conclusión de que son más los problemas que crean que las soluciones que aportan…

Aquí no.

En 1981 realicé el servicio militar en el CIR Núm. 1, en Colmenar Viejo, Madrid, dedicando trece meses de mi vida –que no perdiendo- al servicio de la Patria, y estoy muy orgulloso de ello.

Igual que juré entonces derramar mí sangre por España, sigo en idéntica disposición de servicio a la unidad e integridad territorial de España, frente a enemigos externos… e internos.

Ahora bien, cuándo me licencié me llamó la atención ver que en “la blanca”, es decir la cartilla acreditativa de haber realizado el servicio militar, además de las excelentes calificaciones que merecí a mis Jefes y Oficiales, en un apartado ponía lo siguiente: “Valor: se le supone”.

Cuándo pregunté al Capitán porque me habían puesto eso, que me parecía infamante, me contestó que cómo no había participado en ninguna acción de guerra, ni había demostrado de alguna forma mi valor, había que suponer que lo tenía, pero nada más, pues nunca había sido acreditado.

Y yo me pregunto: ¿esta flamante General, ha acreditado su valor en alguna acción de combate en el exterior, participado en acciones bélicas en la veintena de países por dónde estamos desplegamos, como “gendarmes” del mundo…, o también se le supone el valor?

Recientemente un amigo mío –o ex amigo, pues hace años que no nos vemos-, accedió al generalato, en el cuerpo jurídico militar, junto con otros dos más.

¡Creo que hay una veintena de generales en ese cuerpo, que escasamente tiene 300 efectivos, todos de oficial para arriba!

Creo que el mayor peligro que ha tenido en el servicio activo ha sido clavarse una grapa, que ya sabemos que es francamente desagradable, de la misma forma que esta generala seguramente se habrá roto alguna uña con el teclado del ordenador.

De ser así, ¡pido para ella la Gran Cruz Militar al mérito militar con distintivo rojo, por acciones heroicas o en combate! ¡Qué menos!

Termino ya. ¡Qué diferentes estos generales de opereta del heroico capitán Palacios, de la División Azul, que a su vuelta a España y tras muchos años de servicio, pudo acceder al Generalato, por méritos propios!

(Para quiénes no lo hayan leído, les recomiendo “Embajador en el Infierno”, de don Torcuato Luca de Tena, creo que, publicado por Planeta, o alguna editorial de su grupo). Y sabrán lo que es un General “de verdad”.

Termino con una recomendación personal; para quienes quieran profundizar en estos temas, vid. mi libro “El feminismo y otras mentiras”, a la venta en Amazon.

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Ramiro GRAU MORANCHO es Graduado Social (Premio Extraordinario), Licenciado en Ciencias del Trabajo y Abogado. Profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Derecho Penal y Administrativo, en varias Universidades, Públicas y Privadas. Ha publicado treinta libros sobre temas jurídicos y sociales, y miles de artículos en prensa, diarios jurídicos y revistas especializadas. Tiene un blog, titulado Navegando Contracorriente, y sus libros se venden en www.graueditores.com Es Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

2 Comentarios

  1. * En primer lugar, este inmerecido ascenso ES UNA VERGÜENZA PARA EL EJÉRCITO ESPAÑOL, o para lo que queda de él.

    * Y, en segundo lugar, si yo hubiera obtenido el puesto 41, entre 48 aspirantes a General, y me hubieran “ofrecido” el ascenso, POR DELANTE DE LOS CUARENTA PRIMEROS, lo hubiera rechazado, por simple dignidad.

    * Claro que un hombre se viste por los pies…, y las mujeres llevan BRAGAS.

  2. Supremacismo feminista, ni más ni menos.
    Ahora cuándo las mujeres lleguemos a ocupar algos cargos, siempre quedará la duda de si estamos allí por nuestros méritos…, o por ser mujeres.

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