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Seguramente, cuando se lea esto el jueves, se estará dilucidando si el gran teatro de la política termina su esperpento con un pésimo acuerdo para España, tras la nueva bajada de pantalones del candidato Pedro Sánchez “cum Fraude” –“Ni antes ni después, el partido socialista va a pactar con el populismo”, decía hace tres años el Dr. Plagio, porque “el final del populismo es la Venezuela de Chávez”– ante las ya entonces pretensiones gubernativas de su “socio preferente”, el nuevo marqués de Galapagar, PabLenin Iglesias, de colocarse él, o ahora su consorte, en una vicepresidencia que sin duda haría buena en su desastroso paso por ese puesto a la “acreditada” egabrense Carmen Calvo.

Después de haber soportado, en un derroche de paciencia, las dos sesiones del “debate de investidura”, casi todo apunta a una reedición del pacto contra natura que llevó a Moncloa a ese mediocre ambicioso sin más afán que el poder a costa de lo que fuera y apoyado en la extrema izquierda –Podemos y sus franquicias, ERC o BILDU– y en la extrema derecha –PNV o Juntos por Cataluña-, cuyo denominador común es acabar con la España de los últimos quinientos veintisiete años y más de veinte siglos de Historia basada en los principios del humanismo cristiano, el verdadero objetivo a batir -descaradamente en las últimas décadas- de los últimos siglos, no sólo en nuestro país, por el avance de relativismo materialista. La posible solución en el cortísimo plazo será precisamente hoy, festividad de nuestro Santo Patrón, Santiago Apóstol, que ojalá a partir de esta fecha añada a su conocida apelación de “Matamoros” la de “Matacomunistas”. Aunque si se produjera el “milagro” de no haber llegado a un acuerdo entre el Partido Siempre Opuesto a España – sin reparo alguno como en los años 30, tras el disimulo del final del pasado siglo XX- sus “señorías” -cada vez en mayor número lejos de ser señores- se irán de vacaciones pagadas y “pasen días, caigan dietas”, que el españolito lo aguanta todo.

Posiblemente, si me atengo a lo visto o leído en diferentes medios de comunicación, tertulias y redes sociales, yo haya presenciado otro debate o lo que escriba a continuación sea fruto de mi imaginación, pero en mi opinión, y estas reflexiones son sólo eso, lo que yo vi se puede resumir en un nuevo esperpento en el que, con escasas excepciones, se ha venido convirtiendo nuestra política desde los años 80. Casi todas las intervenciones estuvieron más cerca del mitin electoralista interesado que del sentido de Estado y de representación que debería imperar en nuestros supuestos “representantes”. Cada diputado, dicen, “representa” a todos los españoles ¿o no?

Para empezar, un soporífero discurso de casi dos horas del candidato a presidir la Moncloa –y, de paso, Doñana, la Mareta o el Falcon…-, vacío de contenido y propuestas, en lo que más pareció un intento de superar al cómico Mario Moreno “Cantinflas”, que se quedó en eso, intento inútil y además sin gracia ni mensaje alguno -el mejicano siempre dejaba alguna moraleja en su aparente incoherencia-, sin entrar en sus “faltas de ortografía” incluso hablando, penosa redacción y “cero zapatero” en concordancia de género y número, que no hubiera pasado el examen de Ingreso al Bachillerato del plan 1957. Vinieron después dos intervenciones más o menos coherentes, una con evidente sentido de Estado, incipiente todavía, pero real, por parte de Pablo Casado que se dejó de florituras ni vanos intentos de cara a la galería y le dejó algunos mensajes claros “dos horas sin ver el elefante morado con el gran lazo amarillo” en clara referencia a que había eludido entrar en el principal problema que tiene España en este momento, esa casi mitad de Cataluña con su objetivo separatista pendiente de sentencia del Tribunal Supremo, recordándole que se estaba en “una sesión de investidura, no de impostura” -de embestida, es lo que merecería ser- y que, tras una réplica desde la demagogia, sentenció: “Usted no está a la altura para ser investido presidente del Gobierno en esta sesión porque sigue contemporizando con aquellos que quieren romper España”, lo que comparto al ciento por ciento. La otra, en su línea pero menos coherente, la de un ambicioso, Alberto Carlos Rivera, que quiere ser lo que no puede ser, jefe de la Oposición, primero porque sacó menos votos y escaños que el Partido Popular y después porque tampoco puede ser líder del centro derecha, ya que no deja de ser una incongruencia querer “liderar” al partido que ni siquiera reconoce como interlocutor, VOX, además de que no puede negar su origen socialdemócrata -ahora con “trufas” liberales y progresistas (sic)-, como le recordó hace pocos días uno de los fundadores de Ciudadanos, Francesc de Carreras, después de la salida o paso atrás por esa aparente deriva centrista de otros miembros del partido naranja, como Tony Roldán o Javier Nart, por citar a los más conocidos. Rivera acusó al candidato de “tener un plan oculto y sectario” para “estigmatizar a media España” en la que sitúa a “veinte o treinta millones de fascistas” porque, enfatizó, esa es para Sánchez la condición del que no es del PSOE o se opone a sus Presupuestos, “ser un fascista”, para acusarle de algo de lo que se ha beneficiado precisamente el líder naranja, haber “apostado por el divide y vencerás” porque sabe que si los españoles se dan la mano, usted no es presidente”. Pero se quedó sin respuesta en las dos réplicas del aspirante su reiterada pregunta sobre si “¿dimitirá -en caso de ser reelegido, claro- si la sentencia de los ERE condena al PSOE?”.

Le tocó el turno por orden de representación al “más femenino de los hombres”, como el líder morado se definió en su día, que dejó clara su falta de sintonía con el candidato al que reprochó su petición de “abstención a PP y C’s que ponía en duda su voluntad de pactar un gobierno de coalición que está negociando con nosotros porque no le queda más remedio”, dejándole caer que “alguien podría pensar que lo que usted desea es ser presidente a toda costa”, pidiéndole respeto a sus “tres millones de votantes y no ser un mero decorado, porque no lo podremos aceptar”. No cabe duda de que la renuncia de Iglesias a “ser un escollo” para el acuerdo que pretende, a favor de su consorte Irene Montero, como le echó en cara a lo largo de su intervención, había descolocado al candidato, que en ningún momento consiguió una verdadera cercanía en su necesitada petición de apoyo al de Galapagar, a quien le expreso su deseo de “gobernar con ustedes” ofreciéndole como alternativa “un acuerdo de investidura con contenidos que puedan explicar a sus votantes”, pero la tensión llegó al límite en la réplica de Iglesias: “Un gobierno de coalición se negocia en proporción al peso de cada uno. No es cosa de lentejas, esta es mi oferta, la aceptas y si no, eres como los de VOX”. La respuesta de Sánchez fue amenazante: “Si no llegamos a un acuerdo, piénsese mucho en no votar con la ultraderecha”, lo que supuso el límite para el morado: “Si se mantiene en su cerrazón de no hacer un gobierno de coalición, proporcional a los votos obtenidos, usted no será presidente nunca”. Y ahí quedó la cosa, vista para la votación del día siguiente y más reuniones.

El siguiente de los replicantes fue el “debutante” en esta plaza, que no en política, de la que directa o indirectamente lleva viviendo desde que le salieron los dientes de la “mayoría de edad” hace más de veinticinco años –no sé si las muelas del juicio, que parece tener poco-, un tal Santiago Abascal que leyó, muy bien por cierto, el discurso que no se sabe quién le preparó en esta ocasión, más en tono mitinero que de verdadera altura política aunque dijo, perdón, leyó, bastantes cosas que más de uno suscribiríamos al referirse al posible nuevo desgobierno como a un “nuevo frente popular” formado por “chavistas, filoetarras o separatistas” y advirtiendo, cual Campeador, que “España resistirá porque es una gran nación” o pidiendo el cese del otrora juez, Fernando Grande-Marlaska, hoy icono gay que fue presa de la doble vara de medir de la izquierda a la hora de no impedir el acoso que algunos políticos de Ciudadanos sufrieron el “día de la -para mí- vergüenza” que determinados componentes de ese movimiento necesitan, al parecer, para sentirse “orgullosos” de lo que Natura no les dio o el relativismo propició. Criticó, con razón, “la política tributaria de izquierdas”, aunque algunas de derechas no tienen nada que envidiarle -añado yo-, “el disparate autonómico” pese a que su partido ya está presente en varias autonomías y, que se sepa, no ha renunciado a ninguno de sus emolumentos y prebendas e incluso pudimos observar la sonriente figura de su senador “digital” por Andalucía, Francisco José Alcaraz, al lado del pluriempleado político Javier Ortega, al que se le ha olvidado pronto aquello de “una persona, un cargo”, que formaba parte de los “principios” de regeneración política que venía a imponer su partido. Curioso, aunque no sorprendente, fue que el candidato, en su réplica, se dirigió de nuevo a Casado y Rivera frente al “riesgo demócrático del discurso reaccionario de la extrema derecha”, para pedirles que “levanten el cordón sanitario al PSOE y se lo pongan a la verdadera amenaza”.

La jornada del martes se completó con las intervenciones de los partidos minoritarios, mareas y nacionalistas de uno y otro signo. La Presidente del Congreso, la nacionalista Meritxel Batet, invitó en primer lugar –“Tiene la palabra por el grupo republicano…” ¿lapsus o provocación?- al portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que empezó diciendo “por nosotros no será”, pero que necesitan argumentos para el apoyo de su partido y dejó como aviso que “un escenario en Septiembre sería perverso y nos complicaría la vida a todos” y “lo que no hagamos ahora nos arrepentiremos si vamos a Septiembre”, en previsión de la proximidad en esa fecha de la sentencia del TS sobre los políticos golpistas encausados. Cabe destacar también la queja del PNV de “no haber sido llamado en las últimas semanas”; el aviso de JxCat de que votará en contra pidiendo a ERC que haga lo mismo y preguntándose si es que “estamos en la legislatura L’Oreal, porque yo lo valgo” y la indignación de Ana Oramas de Coalición Canaria: “Su soberbia, Sr. Sánchez, le está matando”.

Con estos mimbres se llegó a la votación que no dio sorpresa alguna y el candidato obtuvo los síes de sus ciento veintitrés escaños y el vergonzoso voto incondicional del representante del PRC -Partido Regionalista Cántabro- de Miguel Ángel Revilla, antaño viejo camisa azul falangista que regalaba sardinas enlatadas a José Luis Rodríguez “el venezolano”, ejemplo a seguir por el candidato clonado.

La guinda la puso la portavoz del PSOE y secretaria de organización, Adriana Lastra, todo un “lastre” para España: “Cuando la izquierda se entiende, las condiciones de vida de la sociedad mejoran”, por eso los casi seis millones de parados dejados por los gobiernos de Zapatero y la institucionalización de la corrupción, además de la ruina y el paro, que dejaron los de Felipe González.

Yo resumiría lo que se pudo escuchar mayoritariamente en los dos días de debate como una “Canto a la LOGSE” y me parece oportuno terminar con parte de la dedicatoria de Jesús Cacho al candidato: “Es un majadero integral, impostado hasta el ademán, necio hasta para posar, falso hasta para fingir… Un fatuo fascinado por la arboladura de un físico que corona una cabeza vacía de contenido… Una ambición de poder sin límites y sin ideología conocida…” y no me resisto a recordar una frase de Francisco de Ayala que no es la primera vez que cito: “La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente” y no digamos si se refuerza con la maldad de la pareja Iglesias/Montero y su grupo peronista renovado, cosa que puede no darse tras la última palabra -hasta el momento- de Sánchez a Iglesias: “No tendrá competencias en ministerios clave”.

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Licenciado en Ciencias Geológicas. Miembro del Aula Política del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo. Modesto tertuliano y articulista de opinión. Se puede decir todo desde el respeto a los demás.

2 Comentarios

  1. Un experto en judeo-masonería me dijo: “Cuando Ud. vea a un inutil en un lugar muy alto, está Ud. ante un masón”.
    !Santiago y cierrra España!

  2. D. Antonio, una vez más, ha hecho una crónica del debate de investidura, aunque su apresuramiento lo llevó a no poder reflejar el resultado final. Hoy publicado el mismo ya sabe, como todos sabemos, que Pablo Iglesias no se enterará en la cama de las deliberaciones del Consejo de Ministros que pudo ser y no será, al menos de momento.
    No puedo asegurar si es bueno o malo que a estas alturas del culebrón no haya Gobierno, pero lo que si puedo aseverar es que me daba repelús que pudiera haberlo con los miembros que se pretendía.

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