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Por la boca muere el pez, Pedro
Y no, no estamos hablando del siglo pasado, estamos hablando del años 2016. Y en el 2016, el día 26 de junio, Mariano Rajoy obtuvo 137 diputados frente a los 123 conseguidos por Sánchez en las últimas elecciones.
Y Sánchez por aquel entonces estaba con su famoso “NO es NO” y diciendo, además, que al PSOE no se le debían pedir explicaciones por no apoyar un gobierno de Rajoy ya que ellos no estaban “de acuerdo con sus políticas”. Es más, llegaba incluso a ofenderse y a molestarse porque se pidiera que el PSOE apoyara a Rajoy.
A día de hoy, y estando pasando él mismo por la situación por la que pasó Rajoy en aquellos tiempos, dice “digo” donde antes había dicho “Diego”. Con su habitual caradura, Sánchez ahora culpa a todo el mundo de que no haya podido ser investido presidente. Y no solo lo hace con Podemos o con sus socios lógicos, lo hace también con Ciudadanos y con el PP.
La verdad es que el descaro en el que vive instalado este hombre hace que sea fácil que caiga en las contradicciones que marcan sus propias palabras. Tiene una tabla de medir para los demás y otra muy distinta para él, por supuesto mucho más benévola. Ahora son los demás los culpables, él por supuesto no, santo varón. A él le tiene que apoyar todo el mundo, es más, es una obligación.
Obligación que dejó clara desde el primer discurso que dio en el pasado debate de investidura, todos estaban obligados a apoyarle solo porque él es él y con 14 diputados menos de los que consiguió Rajoy en 2016. Así es Sánchez, así es el PSOE, así es esta izquierda española que practican la ley del embudo de una forma tan descarada y vergonzosa que da verdadero asco.