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En Cataluña, y orillando de mala manera los intereses de la gran mayoría de los catalanes y de los restantes españoles, se inició hace ya varias décadas (capitaneado por el embustero y ¿presunto? delincuente Pujol un régimen totalitario (consentido incomprensiblemente por todos los gobiernos de España) que se ha dedicado a boicotear la Constitución y cuantas normas se han ido promulgando. Este régimen ha sido seguido por todos los políticos de izquierda, separatistas y gentes de mal vivir, que durante esas décadas han cambiado totalmente el panorama de la región catalana.
Hay que significar también, además de lo dicho sobre la saga Pujol, que bastantes otros políticos de casi todos los partidos han sido consentidores y cómplices del gran robo “a mano oculta” que han venido cometiendo en cantidades que pueden ser escandalosas. Pues todos estos “angelitos” están molestos porque se les ha visto el plumero y se amparan en una supuesta independencia que de ser materializada algún día los sumergiría en la ruina más espantosa.
Ahora el torpe Torra, (lacayo del cobarde Puigdemont) y sus gentes se refugian en decir mil veces cada día que los golpistas son presos políticos e inundan las calles, los edificios institucionales y las solapas de sus chaquetas, blusas y otros ropajes, con identificaciones de uno u otro formato -color amarillo-diarreico- lo que da la impresión al visitante de que en aquella región española no hay más ley que la de unos perturbados. Que lo son ciertamente porque solo hay que observar la decadencia y el aldeanismo barato que poco a poco se va apoderando de Cataluña.
Que no es ni más ni menos que el fruto de ese fascismo amarillo-diarreico basado en la mentira y en el robo a todos los españoles.