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El “responsable visible” de Ciudadanos, no sé si también el único pensante, es un hombre que ha crecido, y así se mantiene, con un ego mucho más desarrollado que su propio cuerpo. Nadie en su sano juicio podrá decir que Alberto no es inteligente o que carece de suficiente retórica, pero -como muchas veces sucede- la inteligencia y los mensajes de ciertos personajes son menos visibles ante los demás porque quedan diluidos ante su excesivo ego.
Como este personaje -del que hoy me ocupo- lleva bastantes años en la vida pública, me voy a tomar la libertad de opinar sobre sus actos, desde un punto de vista irónico y relacionándolo con el baile. Todos sabemos que el baile es un arte bien diverso (con innumerables adeptos en el mundo) del que existen muchas variantes (clásicos, populares, antiguos, modernos, etc. etc.) y que sirve como terapia del cuerpo y para relacionarse en sociedad. Hoy voy a elucubrar coloquialmente sobre los supuestos gustos que Rivera pueda tener sobre los bailes.
Intuyo que empezaría de joven con la rumba catalana, pero debido a su gran versatilidad pasaría pronto al tango, la salsa, el chachachá, el pasodoble, el merengue, la samba, el mambo, el foxtrot, la capoeira y el rap. Me lo imagino siendo un figurón en todos ellos, pero debido a su inquietud personal habrá pasado fugazmente por todos. No lo veo, sin embargo, con el baile flamenco ni con las sevillanas. Pero supongo que, de todo lo que ha bailado, tendrá el mejor recuerdo y lo tendrán de él sus compañeros de danzas. Sin embargo, hay un borrón importante en esta su afición porque hay un baile que le ha salido mal, bastante mal diría yo, hasta el punto de causarle desazón.
El baile en cuestión es el vals y debe estar muy preocupado porque tenía verdaderos deseos de poderlo dominar.
Ante este lamentable e inesperado contratiempo, yo le aconsejaría que se olvide del vals para siempre y pruebe con el rigodón o la milonga. O, mejor aún, que se solace solo con bailes españoles, como -por ejemplo- el chotis o la muñeira.
