mujer

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Siempre es ocasión de hablar de la mujer porque es alma y energía del mundo.

Tenemos una población demográfica de mayor número de mujeres que de hombres. Y son ellas las que sostienen al mundo lleno de energía y con alma de amor y paz en las sociedades con sus valores de feminidad que da al mundo su carácter de existencia y pervivencia en la familia, célula base de la sociedad, y en consecuencia en la familia extensa, en la sociedad, en su entorno inmediato trabajo y relaciones sociales.

Hoy el ruido de la ideología género es un club de algunos cientos de millares de un tipo de feminismo ultra radical que son adversaria a la naturaleza de la igualdad de la mujer, y a las funciones de su naturaleza femenina, que no llega a ser ni el 0,5% de la población femenina, cómo mucho, por decir un supuesto porcentaje, en España, de 24 millones de mujeres españolas, que rompen la naturaleza natural de la mujer. Hay más ruido que nueces. Un desquicio.

En el entorno de todas las sociedades y clases sociales está la mujer desde su infancia, adolescencia, juventud, mujer, madre, abuela en sus existencias y vidas en el tiempo de siempre y espacios del mundo, con esa propiedad de crear familia, delicadeza, compresión, apoyo, cuidado y centro de unidad, si cumple con su finalidad de mujer y no de alteraciones de la misma. Es la donación del perdón. Alma y energía para el mundo.

En el hogar la mujer es madre, puente de unión en la familia de padres e hijos y nietos y abuelos. No entiende de disquisición ni comparación de injusticias entre los miembros de la familia, sino la tarea de dar a cada uno según su capacidad que desarrolla una vida de unidad, comprensión, justicia, alegría, paz y amor. Es el lazo de relaciones intergeneracionales, hace de hija, madre, y abuela cuidando a sus edades a madre, hijos y nietos siempre, cuando lo necesitan sin esperar recompensa. Eso sí con el apoyo permanente de su marido.

En el trabajo, la naturalidad de la mujer desarrolla en las relaciones laborales entre los compañeros un clímax de bien hacer y de concordancia en las tareas y funciones laborales, y en la constancia al trabajo terminado.

Y su presencia en todas las estructuras políticas hace a las sociedades el carácter de entendimiento y justicia. Y que desde esos puestos reivindican más justicia e igualdad para la mujer.

La mujer normal, de siempre, natural e identitaria, es alma y energía del mundo, gracias al sexto sentido que tienen.