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Siempre, en uno de los tres jueves del año que brillan más que el sol, hemos celebrado la fiesta del Corpus Christi, que para los cristianos es el día del júbilo.
Júbilo, es el gozo y la alegría muy intensa que se hace ostensible por una festividad, que en este jueves ha sido para los cristianos el que festejamos que Cristo se ha quedado su Cuerpo y Alma humana y su Divinidad para siempre con nosotros, para dos cosas para amarnos y para que, amándole, amemos a los demás. Es un acto de amor permanente para quienes libremente quieran amarle y de ahí amar a los demás.
Su celebración se manifiesta con la procesión urbana de la Custodia con el Cuerpo de Cristo en su transubstanciación en la Forma, Hostia Consagrada.
En tiempo de Alfonso X el Sabio y con permiso del Papa Urbano IV, en 1262 se inició para toda la cristiandad la Festividad del Corpus Christi. Y Córdoba acogió con gran esplendor la procesión del Santísimo.
La Custodia de la Catedral de Córdoba procesionaria actual del Cuerpo de Cristo, es de Enrique de Arfe, joya orfebrería de plata y oro del siglo XVI, de estilo gótico, con planta dodecagonal, de dos cuerpos con arbotantes y pináculos.
Nuestra cultura y fe católica han llevado y llevan a millares de cordobeses a encontrarse con el Cuerpo de Cristo en las calles de Córdoba con cuatro finalidades: de adoración y alabanza; de acción de gracias; de sastifación por nuestros pecados; y de peticiones o impetratorio,
Qué este próximo domingo 23 de junio celebramos su paseo procesional con alegría y paz de su Amor a todos los hombres. El júbilo o gozo y alegría ostensible de los cristianos.