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“Vivir para ver” forma parte del rico refranero español. Como todos los refranes, éste también tiene su significado, que podemos encontrar en el DRAE, dentro de la duodécima acepción de la palabra vivir, como una definición impropia “con el que se manifiesta la extrañeza que causa una cosa que no se esperaba del sujeto de quien se habla”. Es necesario, por tanto, para seguir el razonamiento, señalar quién es el sujeto del que no se esperaba tanto cambio y el porqué del título. Allá voy. El sujeto en cuestión, es Pablo Iglesias, fundador de Podemos y el título se entenderá perfectamente tras la lectura de este texto.

Como todos sabemos, Iglesias irrumpió en la política con unos planteamientos bien distintos a los que tiene en la actualidad. Dijo que el seguiría viviendo en su pequeño piso de Vallecas. Dijo, también, que el cielo no se tomaba por consenso sino por asalto. Y, que venía a ayudar a los más desfavorecidos. Luego empezó a engordar su ego (creyéndose un dios de la política) y en enero de 2016 ya exigía a Zapa-bis que formaran gobierno juntos; él se pidió la vicepresidencia y, para los suyos (de los que ya no queda ninguno) varios ministerios como Hacienda e Interior entre otros.

Pero lo que le ha ocurrido, que nadie esperaba y disgusta a sus seguidores, es que ha cambiado su modus vivendi. Él es ahora un rico epulón con un magnífico chalé vigilado por la Guardia Civil. De la foto inicial de Podemos, solo queda él. Y ahora, ya ven, en las elecciones ha fracasado rotundamente y la gran mayoría de los suyos le dan la espalda, aunque él no se declara culpable; “la culpa la tienen los demás”.

Ante tantos contratiempos se encuentra en horas bajas, modifica su discurso, aunque no su apariencia, habla en voz baja y va detrás de Zapa-bis, mendigándole un puesto desde donde se le pueda “ver” un poco. No sé lo que hará Zapa-bis, al que la decisión puede traerle grandes problemas, pero él ha descendido a la mendicidad política más denigrante.

¡¡Vivir, para ver!!