Escrivá de Balaguer

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Año que aprendí dos ideas de servicio que me han servido en mi vida desde entonces, una primera que nunca se nos bajara la cabeza a los pies, y la segunda que nuestra formación universitaria nos debía llevar a escribir sobre el bien, difundirlo, para que quién nos leyera le sirviera a hacer el bien.

Fue en Sevilla en mi año de preuniversitario, es decir año anterior a la entrada a la universidad, a la etapa universitaria.

Entendí la cabeza no bajara a los pies, como el valor y dignidad de la razón, que nos diferencia de los animales, que ha de actuar sobre las cosas que nos lleva de un comportamiento animal de los instintos y sentimientos corporales sin más horizonte que lo terrenal, a una cabeza o razón propia de un ser humano que lleva como fin en su vida a un horizonte elevado de acuerdo a su dignidad de persona y criatura semejante a su creador.

Y entendí el escribir el bien, propio del universitario para que el escribir es redactar para el bien. Desde entonces, en tiempos posibles he procurado hacer esta labor de escribir en base a una formación del sentido del bien que es la formación cristiana. Y lo hago sin otra finalidad que ayudar a los demás a una reflexión y compresión sobre el bien, los valores humanos y cristianos.

Estas dos ideas se las oí por primera vez al entonces don José María Escrivá de Balaguer, que no me desengañó con su ejemplo de cabeza alta de valores cristianos, y de todos sus escritos que es una invitación al pensamiento y reflexión a valores y bien cristiano en la sociedad: familia, trabajo, relaciones sociales, en medio del mundo sin ser mundanos, de eso hace cincuenta y dos años. Y que el 26 de junio de este año celebramos fiesta litúrgica de su santidad en su décimo séptimo aniversario en Córdoba en la Iglesia-Mezquita-Catedral a las 20:00 horas.