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La palabra síntoma, según el Diccionario de la Lengua española, en su segunda acepción, la define como: “señal, indicio de una cosa que está sucediendo o va a suceder”. Pues partiendo de tal definición, hoy me quiero ocupar de algunos desgraciados acontecimientos, que ocurrieron ayer en el Congreso de los Diputados, hasta ahora sede de la soberanía del pueblo español. Acontecimientos que son los síntomas o señales de la degradación que se ha alcanzado en España, por culpa del presidente del Gobierno, todavía en funciones, al que -en lo sucesivo- llamaré Zapa-bis.
Pues como venía diciendo, ayer hubo varios protagonistas a los que se les permitieron verdaderos mítines, mentiras y soflamas, burlas y desprecios, todo ello porque así lo ha querido Zapa-bis. Por ello ha “colocado” estratégicamente en la Presidencia del Congreso y del Senado a las “personas adecuadas” para actuar a su antojo y, por supuesto, sin tener en cuenta lo que conviene a España y a los españoles.
Pero el síntoma más claro a la vez que más hiriente para cualquier español de bien, lo protagonizó Zapa-bis al cruzar unas palabras y estrechar la mano del político preso Junqueras. Fue un encuentro a todas luces buscado y refrendado con un “no te preocupes” que más significativo no puede ser. Porque esa frase era respuesta a la del golpista Junqueras que le dijo en tono imperativo: “Tenemos que hablar”.
Es increíble, o, mejor dicho, despreciable, que eso haya ocurrido a la vista de todos los españoles que ya temblamos con lo que nos viene encima con el próximo gobierno. ¿Qué alcance tiene ese “no te preocupes”? Creo sinceramente que es toda una promesa que nos costará muchas lágrimas.