El 28 de abril ganó las decisivas elecciones generales en España el partido socialista liderado por el mentiroso Pedro Sánchez. Lo más probable es que vuelva a gobernar junto con Podemos e independentistas vascos y catalanes. Cómo demócrata que soy, respeto profundamente la voluntad de esos 11 millones de personas que votaron a la izquierda, pero solo quiero hacer un apunte:
Cuando se vota, se debe votar con la cabeza y solo pido que los que Juana votado el PSOE después no se quejen. Que no se quejen cuando aumente los impuestos (y no solo para los más ricos sino también para la clase media), que no se quejan cuando el Diésel esté más caro o cuando el paro empiece a subir. Está claro que siempre que ha gobernado el PSOE, el paro ha subido como la espuma y el mentor de Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero, metió a España en una oscura y profunda crisis económica que nos dejó al borde del rescate.
Si votas a un partido que lleva en su programa económico subir el impuesto al Diésel y a las petroleras y después te quejaa de la subida de este mismo, no tiene coherencia. Por eso pienso que cada uno debe votar a quien quiera, pero después no tiene el derecho a quejarse si el partido al que votó cumple sus promesas electorales.
Es por eso que, los votantes de la izquierda no tienen el derecho moral de quejarse si Sánchez indulta a los golpistas del juicio del proceso o si agrava la crisis catalana y el conflicto territorial cediendo a las demandas de los secesionistas vascos y catalanes.
No pueden quejarse cuando Sánchez utilice el Falcón y el Puma varias veces a la semana por diversión porque si lo ha estado haciendo durante sus diez meses de presidencia y después lo votas, ¡le estás recompensando sus caprichos y mentiras!
Votado a quien sea, a quien les dé la gana, pero por favor, después de dos años no vengáis llorando de la oficina del paro quejándoos de todo y pidiendo ayuda a la derechita para que la rescate. Así no funcionan las cosas. Esto no es un maldito ciclo repetitivo.