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No hay nada como un descanso y una desconexión temporal para refrescar ideas, cuerpo junto con la mente, para determinar cuál es la situación real de las cosas. En mi caso personal, este descanso ha servido para analizar la realidad española con perspectiva, partiendo de los resultados de las elecciones generales del pasado 28 de abril.
Es evidente que el estado general de una parte de la sociedad española, es el de una depresión generalizada, como consecuencia de comprobar que lo acontecido, frena cualquier posibilidad de prosperidad, buena gestión y lo que es peor, generando una incertidumbre bastante negativa, respecto al futuro que nos espera, no solo en el plano económico, que todo parece indicar que no será bueno, sino en el político, en donde aquellos que de una manera u otra pretenden modificar los pactos establecidos, que podrían originar un deterioro de la convivencia, se convierten en actores decisivos de una acción de gobierno que puede resultar destructiva al no estar acordada por la gran mayoría de los españoles, mediante un consenso político y democrático.
¿Pero cómo hemos llegado a esta situación? Realmente, se esperaba que pudiera pasar. Se han hecho advertencias de la necesidad de una unidad en el voto, de la importancia de que un proyecto político se presentara fuerte en el parlamento para afrontar los importantes retos que nos depara el futuro y, sobre todo, de lo decisivo que supone tener equipos eficaces capaces de afrontar los retos trascendentales que desde dentro y desde fuera, nos depara a esta España nuestra, cada vez más nerviosa por su presente y preocupada por su futuro, aunque en una parte de la misma, con elementos que la hacen inconsciente, por no pensar que es mal intencionada o cainita.
Lo cierto, es que una parte de esa sociedad, quizás por cabreo mezclado con inconsciencia, ha demostrado querer dar una patada al anterior líder del centro derecha español, al que le castigaron con la primera moción de censura en la democracia, en el culo del actual, Pablo Casado, quien sin culpa ni razón, en apenas diez meses de liderazgo, ha hecho lo que ha podido para salvar los muebles de un barco lleno de agujeros, con las velas a punto de romperse y con el timón dubitativo por las circunstancias que presentaba el temporal, que en términos marinos podríamos calificar como de “mar arbolada”.
No se le puede echar la culpa a Pablo Casado de todo lo sucedido en todo este tiempo, porque bastante ha hecho con el desastre que se ha encontrado. Es evidente que ha fallado en la última parte de su estrategia, debido a las presiones de las encuestas, de la sociedad y de darse cuenta que le venía un castigo electoral, que ni tan siquiera merecía. Quizás su mayor pecado haya sido confundir lealtad con eficacia y sus oficiales del barco, a pesar de su lealtad, no eran ni son los más eficaces para emprender una travesía como la que emprendió desde su acceso a la presidencia del partido mayoritario del centro derecha. Necesitaba oficiales con experiencia, pero se ha rodeado de ciertos grumetes que no conocen el barco, a pesar de conocer la teoría de navegación, pero un barco con 40 años de vida, tiene rincones, ruidos y tuberías que se deben conocer a fondo para poder ser reparadas durante la travesía y evitar cualquier posibilidad de naufragio.
Por otro lado, alguno de sus marineros, no ha sabido aceptar que después de un duro examen en las primarias, ya no son relevantes en el barco y que deben dejar paso a quienes, en una sana competición interna y democrática, les han sustituido en el manejo del mismo, pero en realidad, se han dedicado a “hacer la puñeta” a los candidatos designados por Casado, porque según su teoría, cuanto peor navegue el barco, mejor para ellos. Podría contar decenas de casos, que lo haré, pero no es el momento para ello, porque hay unas elecciones municipales y autonómicas de por medio y esas cosas, deben hacerse en frío y sin pasiones, sino con razones y motivos.
Creo honestamente que todavía se está a tiempo de revertir la desastrosa situación generada por este injusto castigo a Casado en su culo, queriendo castigar a Rajoy, razón por la que si todavía queremos evitar un desastre o colapso total de esta nuestra España, están las elecciones autonómicas y municipales, para poner las cosas en su sitio y que se empiece una remontada que puede que dure cuatro años en producirse, aunque me atrevo a pensar que va a durar menos, ante las curvas peligrosas que nos traerá la situación económica española y europea.
Pablo Casado cogió un partido destrozado, abandonado a su suerte por los acontecimientos y sin vitamina política, razón por la que a partir del próximo día 27, debe ser quien capitanee y modele ese nuevo proyecto que merece el centro derecha del siglo XXI, con cambio de maneras y formas, pero con la misma ideología adaptada a los tiempos que vivimos. No sería de recibo que, como consecuencia de unos resultados malos, que sin duda se van a dar dada la fragmentación del voto, nadie pretendiera moverle la silla de su presidencia ni que recibiera unas críticas despiadadas desde su condición de barón o presidente regional, porque Casado ha sido elegido por la militancia y solo ella tiene la última palabra respecto a su destino, eso sí, siempre mediante el procedimiento de unas elecciones democratizadas internamente de abajo arriba. Tampoco podemos olvidar que ser barón o presidir una baronía, puede ser puesto en cuestión, teniendo en cuenta como se realizaron determinados congresos regionales o provinciales en la anterior etapa, que o han acabado en división interna o en los tribunales de justicia.
En definitiva, mañana martes, España empieza una nueva etapa política con la constitución de la mesa del congreso, el juramento de los nuevos diputados y el comienzo de una trayectoria política que no sabemos cómo acabará, pero que predicen negros nubarrones en lo económico, zozobra en lo político y deterioro en lo institucional. En esta nueva etapa, los ciudadanos debemos estar atentos a lo que suceda, colaborar en que se regenere una opción política válida y sobre todo dejando la inconsciencia de lado, analizar cómo se construye el proyecto político alternativo a la izquierda, desde planteamientos de centro derecha, sin complejos y capitaneado por Pablo Casado Blanco, ese líder que debe modernizar el centro derecha y llevar a nuestra España a ámbitos de prosperidad, gestión, eficacia y convivencia.
Totalmente de acuerdo con el Sr. Narbaiza. Hay futuro en Pablo. Casado.