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Las elecciones municipales han venido cargadas de ilusión para Pablo Casado. Tras ser arrinconado, porque el así lo quiso, en las pasadas generales por los rajoyistas, hoy nuevamente las nubes se le han disipado. En sus manos está ser un autentico líder o esperar que los viejos fracasados acaben con el.
Aunque su mayor triunfo ha sido en Madrid, no se debe olvidar que en toda España el Partido Popular ha resistido el demarraje de Ciudadanos. No llegó a producirse el zarpazo que muchos esperaban a pesar del magnífico desayuno dado a los golpistas en el Congreso de los Diputados por Ana Pastor en la víspera de las municipales. El pueblo español con su infinita sabiduría, ha decidido que sea Pablo casado y no Albert Rivera (al que cada vez que se le pide claridad, actúa como un calamar en peligro, aquí en el sur lo tenemos más que calado, aunque los socialistas lo utilizaran para dar un aviso a su partido en las últimas autonómicas) el que dirija la vuelta a la sensatez y al sentido común mientras que Abascal ocupa un sitio muy necesario para el buen fin de este proceso.
Han sido nuevos, los cabezas de lista que han liderado el éxito en Madrid lo que refuerza la teoría de que a los rajoyistas hay que apartarlos de la vida activa del partido. Algo que Casado no acaba de entender o quizás sea por falta de valentía, quizás, pero es cualidad absolutamente necesaria para ser un líder. Desde Galicia le ha llegado también un mensaje bastante claro. Yo diría que es el último chino a eliminar del zapato. Le recuerdo señor Casado que Napoleón quería generales con suerte, ganadores. Deseche a los que solo quieren medrar en el poder.