Programa Vox propuesta homófoba machista

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Una de las posiciones que más respeto de Santiago Abascal es su convicción de que VOX no es un fin en sí mismo, sino un medio para defender unos principios que trascienden la mera gestión, por importante que la misma pueda ser.

No puedo estar más de acuerdo. Los partidos son instrumentos que por su propia naturaleza aspiran al poder. Pero el poder en sí mismo no es nada más que una droga que nos empuja a la consecución del siguiente “chute”, en una espiral inacabable, a menos que se contrarreste con la firme y decidida intención de servir al bien común de toda la sociedad, sea cual sea el precio. Incluidas las pequeñas o mezquinas conveniencias de partido.

Es fácil ver la diferencia entre dicha postura y la que adoptan la mayoría de los partidos en España: sacralizan al partido como fuente de todo bien y verdad al estilo de INGSOC orwelliano, traicionan sus convicciones más profundas en aras de una demoscopia coyuntural y en el caso de algunos de sus más conspicuos representantes, se cambian de partido para garantizar su futuro o mantenerse en el poder. Winston Churchill dijo en una ocasión: ”Algunos hombres cambian de partido por el bien de sus principios; otros cambian de principios por el bien de sus partidos”.

Cuando nos encontramos, como en España, con una epidemia de casos que ponen nombre y apellido a la segunda situación, es que sufrimos una pandemia de hipocresía, oportunismo e incoherencia que erosiona los fundamentos del sistema.

La situación es todavía más grave si consideramos el galopante declive de la calidad de nuestro sistema. Vivimos en una democracia defectiva. Nos hemos acostumbrado a confiar en unas instituciones que son piedras angulares de la democracia, como afirma David Runciman, pero que han dejado de funcionar como debieran: ”Corremos el riesgo de que una democracia vaciada de contenido nos arrastre a una falsa sensación de seguridad. Podríamos así continuar confiando en ella y acudir a ella para que nos rescate de los problemas, al tiempo que estaría creciendo nuestra irritación por su incapacidad para responder a nuestra llamada. La democracia, pues, podría caer aun permaneciendo intacta”.

¿Nos encontramos ante dicha situación? Júzguenlo ustedes.

Vivimos en un sistema en el que diariamente se recortan nuestros derechos más fundamentales pese al mantenimiento de las formalidades democráticas; la igualdad entre el hombre y la mujer ante la ley, el derecho a disentir (no olvidemos que la democracia es subjetividad legitimada), la no ideologización del estado más allá de la defensa del marco constitucional, la defensa de las leyes en vigor al margen de las conveniencias políticas, el respeto a todo partido que cumpla las reglas de juego democrático y -por la misma razón-, la deslegitimación de los que las vulneren sistemáticamente. Tampoco podemos olvidar el derecho de los padres a decidir los valores en que deben ser educados sus hijos –sin depender del tamaño de su cartera- o el de todo militante y simpatizante político a no ser amenazado, coaccionado o agredido por compartir ideas contrarias a las de sus conciudadanos, siempre que –insisto- respeten el juego democrático-.

Síntomas evidentes de esta enfermedad de intolerancia neo dictatorial que nos asola es también el intento de excluir a VOX de la esfera política. Más allá de la conducta de Pedro “cum fraude” Sánchez, no recibiendo a los representantes de VOX en su ronda de contactos, en un acto de claro desprecio a sus votantes e ignorando el agravio que supone en cambio recibir o tratar con partidos que no respetan la libertad y las reglas de juego o incluso han legitimado la violencia -pongan ustedes las siglas-, citaré dos ejemplos que he vivido de cerca y que, tras su aparente levedad, denotan bien lo serio de esta enfermedad:

El primero es el de todas, todas (con presencia o no en el pleno) las fuerzas políticas en Sabadell, excluyendo a VOX del debate de candidatos a las próximas elecciones municipales. Añadan además las amenazas a la líder de la formación en la ciudad y luego valoren. No es el único caso, pero es bien representativo, especialmente en una autonomía en la que campan tranquilamente fuerzas políticas que han incumplido la ley –reconocido en algunos casos por sus propios líderes políticos- o incluso tienen a gala defender a secciones políticas juveniles que imitando a las S.A. de Röhm, emplean la violencia y la coerción sistemáticamente.

El segundo es más sutil, pero no menos preocupante; la negativa en la jornada electoral de las pasadas elecciones, de la mayor parte de los apoderados del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), en Cornellá de Llobregat (Barcelona), a saludar a los apoderados de VOX en un acto de clara descortesía y falta de civismo. O lo que es lo mismo; negando su existencia, la llamada “muerte civil”.

Como afirma Shannon French, especialista en Ética Militar de la Universidad Case Western Reserve, en Cleveland (Estados Unidos), “Matar a una persona es más difícil de lo que algunos podrían pensar”. Por ello hay que deshumanizarla. Esto mismo lo ha observado el equipo de Anthony Jack, profesor de Ciencias Cognitivas en dicha universidad, tras mostrar a un grupo de adultos sometidos a resonancia magnética funcional imágenes de otras personas en situaciones mecanicistas y animales. Su análisis, que se publicó en NeuroImage, está enfocado sobre todo a las tropas de combate. Plantea dos actitudes psicológicas ante el enemigo: objetivarlo (cosificarlo) y deshumanizarlo (animalizarlo), esto es, considerar a los enemigos como animales repugnantes, y amenazadores.

Tan repugnantes y amenazadores que se les mata “civilmente” negando su existencia y por ende el saludo. Como el PSC.

En cuanto a la manipulación mediática, son tantos los ejemplos que no sabría por dónde empezar. Me limitaré por tanto a citar un caso producido durante la resaca postelectoral; en 13 TV, en el programa El Cascabel, uno de sus arúspices mediáticos, Verónica Fumanal, otrora asesora de comunicación de Ciudadanos y posteriormente de nuestro ínclito Pedro “Cum fraude”, tuvo el desahogo de afirmar que VOX estaba en contra de todas las mujeres y quería que volvieran a su espacio natural; el hogar. Retorciendo la verdad, tal y como sus predecesores etruscos hacían con los intestinos de un animal, la señora Fumanal, egregia infoxicadora, utilizó su púlpito en las ondas para mentir, confundiendo la información con la opinión.

En contra de lo que afirman algunos, como Cayetana Álvarez de Toledo durante de la pasada campaña electoral para las elecciones generales, ni VOX ni el que suscribe consideran que la democracia del 78 sea un régimen fallido. Porque el problema principal no es el modelo, sino el uso torticero que una recua de políticos sin escrúpulos están haciendo del mismo ante la apatía de quienes deberían reaccionar por la vulneración de sus derechos. Y si no lo hacemos, pronto podrá hacerse realidad lo afirmado por un personaje de ficción de La Guerra de las Galaxias, la senadora Organa, cuando ante la aceptación enfervorizada del senado galáctico de la dictadura del ya emperador Palpatine, afirmaba: “así es como muere la libertad con un estruendoso aplauso”.

Frente a todo ello, creo de justicia volver a citar al gran Winston para apelar a la ciudadanía sean cuales sean sus preferencias políticas, y muy en concreto a los militantes y simpatizantes de VOX, a defender las libertades que constituyen la esencia de la democracia:

“Nunca se rindan, nunca cedan, nunca, nunca, nunca, en nada grande o pequeño, nunca cedan salvo por las convicciones del honor y el buen sentido. Nunca cedan a la fuerza; nunca cedan al aparentemente abrumador poderío del enemigo”.

No, no cedamos. Nos jugamos la democracia y nuestra libertad.

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Nacido en Barcelona. Director de ESAL. Experto en gestión social y consultor en inteligencia estratégica y empresarial. Convencido de que una sociedad civil fuerte y dinámica contribuye a la consolidación de democracias más transparentes y participativas, ha colaborado con instituciones nacionales y extranjeras que trabajan para hacerlo posible.

1 Comentario

  1. VOX ES UN PARTIDO TAN CONSTITUCIONAL Y LEGAL COMO CUALQUIER OTRO. Es más, me atrevería a decir que bastante más que los partidos separatistas de Cataluña y el País Vasco.
    Pese a lo cual, SE LE ESTÁ ESTIGMATIZANDO.
    Ellos sabrán porqué…

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