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El fracaso de los partidos denominados como los de “la nueva política” (Cs, Vox y Podemos) respecto a su pretensión de sustituir a los partidos tradicionales (PP y PSOE) en el gobierno territorial de España, ha sido uno de los datos importantes de las elecciones municipales y autonómicas celebradas este domingo conjuntamente con las correspondientes al parlamento europeo.
A pesar de ser decisivos para la gobernabilidad de algunos territorios y ciudades, los partidos de la “nueva política” solo han conseguido ser el partido bisagra o muleta que ayude a la gobernación de los partidos tradicionales, al haber estado integrados en los bloques de izquierda y centro derecha, no cumpliendo sus objetivos de sustituir al PP en el liderazgo del bloque de centro derecha, en el caso de Cs y Vox, con la particularidad de que la formación que preside Santiago Abascal, ha perdido el 50% de los votos conseguidos en las pasadas elecciones generales que tuvieron lugar el pasado 28 de abril.
En este sentido, cabe destacar que las pretensiones de estas formaciones, en el caso de la formación de Albert Rivera, era cambiar el liderazgo del centro derecha en su favor, convirtiéndose en la primera fuerza de este sector de la sociedad, ganando bien en la comunidad de Madrid o en el ayuntamiento de la capital española, así como obtener la presidencia de otras comunidades como Castilla y León o Murcia o ayuntamientos importantes de Andalucía, lugares en donde se precisa su voto para el gobierno, pero en calidad de partido bisagra, al igual que en Aragón, donde puede aportar sus votos al ayuntamiento de Zaragoza o a la Junta General.
En lo que a Vox se refiere, hay que señalar que su participación en las instituciones a pesar de ser importante en ciudades como Santander, Zaragoza, Murcia o en la comunidad pimentonera, ARAGON o en Madrid, ha visto reducidos sus votos a la mitad de los obtenidos en las generales, debido fundamentalmente a su falta de estructura en las regiones y a la pérdida de fuerza que ha supuesto para el centro derecha su presencia en los distintos comicios, que pudieron suponer la pérdida de unos 30 escaños para el centro derecha español, lo que ha reducido notablemente la representación de este bloque en el parlamento de la nación.
Por su parte, en el bloque de la izquierda, sin lugar a dudas, el papel de descalabro de Podemos, la formación que lidera Pablo Iglesias, continúa su caída en picado iniciada en las pasadas elecciones generales, con la pérdida de influencia en casi todas las Comunidades Autónomas, además de no revalidar su mandato en las ciudades conocidas como las “ciudades del cambio” manteniendo únicamente su fuerza en Cádiz y Valencia, a pesar de las importantes discrepancias entre sus regidores y la dirección nacional podemita. Esta situación, afectará sin duda su posición de posible acuerdo de gobierno con Pedro Sánchez, puesto que sus exigencias de apoyo al líder socialista compartiendo gobierno, quedan diluidas casi totalmente, aunque desde el PSOE, se le advirtió a los podemitas que su posible apoyo a los políticos presos, podría cerrar sus opciones de entrar en el gobierno, lo cual, se materializó en la reunión de la mesa del Congreso de la pasada semana, en donde los pupilos de Iglesias, votaron en contra de la suspensión como diputados de los políticos encausados en el juicio del 1 de Octubre.
Centrándonos en los partidos tradicionales, ni que decir tiene que el claro ganador ha sido el PSOE de Sánchez, claro vencedor en diez Comunidades Autónomas, pero que por consecuencia de las promesas realizadas por sus adversarios, podría verse abocado a gobernar únicamente en cinco de ellas. El PSOE no ha conseguido su pretensión de gobernar en Madrid ciudad ni en su comunidad, teniéndolo casi imposible en Castilla y León, Murcia, Aragón y con dificultades en la comunidad Canaria y Navarra.
En lo que se refiere al PP de Pablo Casado, se puede calificar que aunque ha sido derrotado, su situación en Madrid, Murcia, Castilla y León, Aragón, revalidan el liderazgo de Pablo Casado, quien desde dentro, se vio cuestionado por alguno de sus barones, sin tener en cuenta la situación en la que se encontraban los populares cuando cogió las riendas del partido y las zancadillas internas que han sufrido alguno de los candidatos designados por el líder, por parte de algunos barones derrotados en el proceso de primaria. También se le acusó al líder popular de haber utilizado un mensaje escorado hacia la derecha, exigiéndole volver hacia un mensaje más centrado, aunque quienes fomentaron esta situación, han perdido el gobierno en las grandes ciudades de Galicia o han visto reducida su representación en algunas instituciones del P. Pasco, haciendo que esta afirmación haya quedado cuestionada por los resultados.
En definitiva, lo que ha quedado evidente en las elecciones de este domingo es que la fragmentación del voto en los bloques del antiguo bipartidismo, solo ha servido para la creación de una cierta inestabilidad política, un efecto de ruptura en la fortaleza de los bloques con nuevos partidos que aportan poco o casi nada y lo que es peor, hacer errar a un electorado que ha pedido unidad en los bloques y que se ha visto decepcionado por los líderes de partidos que han actuado según sus intereses partidarios, en vez de aportar fuerza a su sector político estabilizándolo.