El pastor Nel Cañedo

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Todo el mundo habla de ello

La historia es poco menos que surrealista y absurda. Pero como muchas de las historias surrealistas y absurdas que padecemos en esta España en la que el gilipollismo, antes enfermedad no contagiosa, se está propagando como si fuera la peste en la Edad Media.

Ya lo sabrán la mayoría de los que lean este artículo, un hotel rural pide que se mida el ruido provocado por los gallos de un gallinero situado al lado de su hotel y un juez ha ordenado el cierre del gallinero puesto que los gallos hacen demasiado ruido y, además, a horas intempestivas.

En el diario 20minutos, el dueño del hotel rural declara que debido a todo esto está recibiendo amenazas por teléfono y que todo esto ya está afectando a su negocio. Cuenta, además, que el dueño del gallinero lo hace a propósito para perjudicarle puesto que así se lo había anunciado, añadiendo que incluso deja excrementos de sus caballos delante de su establecimiento.

Pero, ¿qué esperaba si nada más abrir el hotel en el pueblo, y según él mismo ha confesado, no se le ha ocurrido otra cosa que dirigirse al dueño del gallinero para ver si lo podía trasladar a otro sitio? Él mismo lo confiesa en 20minutos de esta forma: El dueño de los apartamentos rurales relata que, cuando detectó el sonido producido por estos animales “a las tres de la mañana” y antes de pedir la medición, se dirigió al dueño de las aves para solicitar que las trasladara a otro lugar para evitar las molestias a los huéspedes. “Le pregunté si había manera de que los llevara a otro lugar y me dijo que llevaba 20 años en el pueblo y no iba a venir yo a quitarle los gallos. Me amenazó con hacerme la vida imposible y obligarme a cerrar el negocio”, ahonda.

Pero lo peor de todo no es eso, lo peor es que llegue un juez y de la razón al hotel obligando al cierre de ese gallinero. ¿Nos hemos vuelto locos o qué? El nivel de atontonamiento generalizado está llegando a unos niveles insufribles. Hay que ir por la calle esquivando el posible contagio. El del tipo que va al gimnasio y que después para sacar a pasear al perro lo sube en el ascensor dándole igual la molestia que le pueda causar al que vaya en el ascensor con él, ¿no te gusta hacer deporte? Pues sube por las escaleras. El que toma sacarina con el café o Coca Cola Light y después se mete entre pecho y espalda kilos de grasa en las comidas…Hay cientos de ejemplos con los que se puede demostrar que a una buena parte de los miembros de esta sociedad que nos rodea les faltan unos cuantos veranos.

El ejemplo del hotel rural y del gallinero es uno más. ¿Por qué va a cerrar un hombre su gallinero si estaba ya donde estaba mucho antes de que se abriera el hotel? ¿Qué clase de turistas recibe que se sienten molestos porque canten unos gallos en un pueblo? ¿Cómo es posible que al final se le pueda dar la razón al dueño del hotel rural?

Esto, y muchas cosas más, están convirtiendo a este país en un país de tontos. Los tontos ganan, los tontos lo dominan todo, parece que son mayoría y para ellos se destinan horas y horas de televisión. Los tontos que lo son y muchos que, además, presumen de serlo. Los tontos que creen que, allá donde vayan, todo el mundo se tiene que amoldar a sus tonterías. Ojalá en este país hubiera mucha más gente como el pastor que ha criticado todo esto y que se ha hecho famoso por las redes sociales y mucho menos tontos. Las cosas nos irían a todos de otra forma, seguro.