una mujer normal

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Este año coincide el evento del Día Internacional de los Museos, con el hecho católico, y por tanto universal, de la beatificación de una mujer del mundo, de la calle, normal, cómo miles de millones de ellas anónimas, que su vida fué el trabajo ordinario y el servicio a los demás como medio de glorificar a Dios y llevar a las almas a Dios con normalidad; sencillez; cariño: de gran corazón y optimista; “alegría”: que es la nota que sobresale de ella junto al haber sido una persona normal, “Guadalupe era una sonrisa permanente: acogedora, afable, sencilla” (B. Gaytan); desinteresada: servía dónde le indicaran en el Opus Dei, desde sus 27 años; misericordiosa: que perdonó de corazón a quienes mandaron el asesinato de su padre en la Guerra Civil (1936-1939) por ser católico ; y… una mujer normal en medio de la calle.

Es la beatificación de una española del siglo XX de 1916 a 1975, licenciada en Química, profesora, y que supo dedicar también su tiempo por Amor a Dios a trabajos de servicios en otras tareas alejadas de su tarea fundamental que era la docencia e investigación del doctorado en Ciencias Químicas, y que en su promoción académica de la Universidad de Madrid eran 5 mujeres de 70 universitarios de su curso. Su vida la pasó con normalidad.

Guadalupe Ortiz de Landázuri, nacida en Madrid, fué numeraria de la Prelatura Personal Opus Dei.

Es una persona que todos, cualquier persona normal, podemos imitar, hay que fijarse que su secreto de su lucha por la santidad en medio del mundo se basaba en la vida de oración y sacrificios, de trato con Dios, de lucha por hacer bien su trabajo y vivir las virtudes todas, y básicamente del uso de la gracia santificante de los Sacramentos de la Santa Madre Iglesia Católica.

Qué demos gracias a Dios por este ejemplo, uno más de miles de mujeres declaradas santas por la Iglesia Católica, y de las millones de mujeres no declaradas santas, pero santas en el silencio y sin espectáculos en sus vidas corrientes; porque han luchado por dar gloria a Dios y por su santidad desde su vocación cristiana. La santidad es para todos, entre ellos, para personas normales.