Violencia electoral

Ayer se volvieron a producir hechos violentos en la campaña electoral y en el sentido de siempre, las llamadas despectivamente ‘tres derechas’ ahora rebautizadas como ultraderecha, son el objetivo de los violentos al grito de fascistas fuera u otros ‘alaridos’. Curioso que los acusados de ultras y crispadores sean los agredidos con métodos del todo fascistas y los agresores se las den de defensores de la ‘democracia’, piensa el ladrón que todos son de su condición. Lo más chocante es que la izquierda, espacio ideológico de donde salen ahora los violentos totalitarios, siga abundando en su táctica de no condenar o hacerlo con la boca pequeña y dos frases hechas, al mismo tiempo que sigue señalando como fachas o quasifachas a sus oponentes poniéndoles en la picota día tras día.

La violencia no es patrimonio de nuestra época, probablemente lo ha sido mucho más de épocas anteriores, pero sí es verdad que en estos últimos tiempos vuelve a estar a flor de piel. La violencia si es propia de los ultras, de los extremos y justo es, para mí, lo que los define. La sociedad, compuesta por humanos que sin duda han evolucionado mucho, combate estos comportamientos con prevención, educando, y cuando se dan, con la actuación de la justicia.

Educar no es solo enseñar, es transmitir valores y realmente si pensamos que el relativismo combate la violencia es que soñamos pepinillos. La inteligencia y la voluntad tienen, a base de formación y esfuerzo, que contralor los instintos y si todo vale, no hay bien ni mal, ¿para qué refrenarnos? En cuanto a la justicia, debe haber leyes claras que tipifiquen los casos y, sobre todo, estas leyes deben cumplirse. No es posible que un violento reincidente salga siempre de rositas, ni es de recibo que siempre los violentos sean los mismos.

No entiendo nada. O se cambian las leyes o se cumplen, ¿no se dan cuenta de que sin leyes o sin cumplirlas gana la ley del más fuerte? ¿Alguien me lo explica?

 

@jmfrancas

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