A las doce de la noche de hoy, comienza la campaña electoral de unas elecciones generales que son las más decisivas de los últimos años, como consecuencia que su resultado puede dar un giro trascendental a la actual situación de nuestra España, teniendo en cuenta que el nacionalismo exacerbado, puede ser el protagonista principal de la gobernabilidad en el futuro, si no le ponemos remedio a la hora de elegir tanto a nuestros representantes en las Cortes Generales, como a quien va a ser el candidato a la presidencia del gobierno.
Hay que dejar de lado las discrepancias, la dispersión del voto y la confrontación, en un sector de la sociedad que puede estar cansado por la actuación pasada de algunos políticos, pero estos no están y han sido precisamente los ciudadanos, quienes han elegido a su representante para timonear la nave de lo que podríamos calificar una nueva generación en el centro derecha español. No vale decir que unos no hicieron, ni lo que pudieron hacer, no sirve plantearse unos principios y valores que en muchas ocasiones son o arcaicos o irrealizables, porque ya no pertenecen a los tiempos que vivimos.
Lo que toca analizar es la realidad de lo que estamos viviendo en nuestra España y ver las capacidades de los políticos que decimos nos representan, para entender que, en un país como el nuestro, los valores, los sentimientos, las necesidades de un país, solo se lleven a efecto con capacidad de gestión, pero efectiva y beneficiosa para todos. No vale decir que se ama un país o se tiene un sentimiento de unidad, de proyecto común, si dejamos que quienes quieren destruir ese fin colectivo que ha funcionado medianamente bien a lo largo de cuarenta años, usen nuestra falta de fortaleza tanto en el voto como en la opinión, para conseguir sus fines, al permitirles ser el eje de la gobernabilidad de nuestra España, por nuestra falta de visión de la realidad, rencores absurdos del pasado o votos tirados a la basura en base a pagar facturas que ya no tienen sentido porque pertenecen a tiempos pasados y a otras personas que ni están ni se les espera en la dirección de los destinos de España.
Como siempre, intento ser honesto con quienes me leen y me siguen cada día, razón por la que no dudaré en señalar que, en estos momentos, nuestra España tiene un joven líder, avalado por los votos de sus compañeros de formación y también aconsejado por quienes antaño, regentaron lo que conocemos como centro derecha. Ese líder, capacitado donde los haya, con don de palabra, liderazgo en hechos y actos, además de haber demostrado pertenecer a una familia política que en dos ocasiones ha salvado a España de la quiebra, no es otro que Pablo Casado.
En mi opinión, es Pablo Casado la persona en la que debemos centrar nuestras fuerzas y aspiraciones para que esta España nuestra, salga de las incertidumbres y de los peligros que le acechan en un futuro, si los electores no actuamos con responsabilidad, motivo por el que ese momento sagrado de depositar el voto en la urna, debe estar cargado de reflexión, sentido de estado, visión de futuro y lo que es más importante, con la ilusión de que ese ejercicio de responsabilidad democrática, servirá para que esta nuestra España, sea próspera, fuerte, unida y económicamente competitiva, lo que sin duda, nos llenará de tranquilidad y sosiego para eso que denominamos como “amor a España”.
Pablo Casado representa a una nueva generación que recoge esos valores que decimos defender y que, desde una visión del siglo XXI, los defiende con personalidad, decisión y lo que es más importante, rodeado de personas capaces en su parcela que han demostrado saber de lo que hablan y una brillante capacidad de gestionar aquello que defienden, motivo por el que se merecen no solo nuestro apoyo, sino nuestra fuerza porque ellos son los que deben sacarnos de este atolladero de tensión política, peligro de la ruptura de nuestro proyecto de unidad y sobre todo, de prosperidad en la convivencia.
A partir de hoy, tenemos quince días para pensar, antes de ejercer el sagrado derecho del voto, pero es conveniente que miremos a nuestro alrededor, a nuestra familia, a nuestros hijos y que luego decidamos si hay que adoptar decisiones responsables o actuaciones llevadas por el impulso de un corazón caliente, que, en ocasiones, dan lugar al desastre.
Por estas y otras cosas, como la defensa de la españolidad de mis queridas tierras vascas, en donde todavía el ser y sentirse español es parecido a un pecado mortal, por esas víctimas del terrorismo con las que he llorado tantas veces y por las que me siento responsable de su bienestar moral y sobre todo, porque creo en ese futuro positivo para nuestra España, amigos, me veréis apoyar y aconsejar a Pablo Casado, como mi candidato preferido a la presidencia del gobierno.