Como si se tratara de la final de un partido de la Champions League, en la noche de ayer y con el oropel propio de los grandes acontecimientos deportivos, en el que se entremezcla el espectáculo de la retransmisión de un partido, con analistas, comentaristas y locutores que pretenden dar la emoción del acontecimiento, se celebró ayer en TVE la primera parte del “debate decisivo” entre los cuatro candidatos de los principales partidos políticos de nuestro país.
Desde el primer momento, se vio como este debate entre cuatro candidatos, se convirtió en dos bloques bien diferenciados, puesto que tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias, que formaban parte del equipo de quienes están dispuestos a todo para mantenerse y estar en el poder, ya que tanto por sus actitudes, comportamientos y propuestas, demostraron estar dispuestos a todo para seguir teniendo los resortes del estado en sus manos, no queriendo explicar que para mantenerse en el poder, están dispuestos a pactar con el lucero del alba, sin poner los límites que pudiera suponer la Constitución de 1978, elemento que uno de ellos, concretamente Pablo Iglesias utilizó para exponer un programa de gobierno de una ley de leyes en la que no cree y cuyo objetivo, sería su derogación para modificarla a su antojo.
Por el contra a este primer “equipo para el poder”, el segundo bloque lo conformaban tanto Albert Rivera como Pablo Casado, como representantes de quienes, respetando la Constitución de 1978 como límite de su acción de gobierno, presentaron unas propuestas tanto de gobierno como de acción política, en las que, basándose en la misma, pretenden evitar la situación anormal que desde determinados territorios autónomos se viene llevando a cabo y que está siendo consentida por el actual gobierno de Pedro Sánchez. En este bloque “constitucionalista”, mientras que Rivera se mostró incisivo y al ataque, Casado permaneció en una actitud más presidencial, como esperando a ver como se repartía el juego de la palabra, para atacar con cifras, datos y posturas claras respecto a cuál puede ser su acción de un posible gobierno que podría presidir.
En el desarrollo de los debates, quedó completamente claro que Sánchez, el actual presidente del gobierno, se encontraba incómodo, a la defensiva, demostrando claramente su actitud de no haber querido celebrar el debate de confrontación de ideas, puesto que en varios momentos del mismo, quedó en fuera de juego, como cuando quiso “atribuirse” la subida de las pensiones, sin acordarse de que en su tramo de legislatura, el número de diputados que le apoyaban, no logró aprobar los presupuestos, por lo que la subida venía marcada por los presupuestos de Rajoy, o como cuando Rivera, le soltó como si fuera una bofetada en la cara, la situación de corrupción provocada por el caso de los ERE en Andalucía, preguntándole si en el caso de producirse una sentencia condenatoria de los presidentes del PSOE juzgados, dimitiría al ser secretario general del PSOE.
Por su parte, Pablo Iglesias, que pasaba por allí de vez en cuando, solo se interesó por saber cuál iba a ser la intención de Sánchez a la hora de conformar gobierno, aseverando que el debería formar parte del mismo, pero para “disimular”, preguntando al presidente del gobierno si pactaría con Rivera un probable gobierno, mientras que a modo de sermón de “cura”, iba soltando a modo de letanía algunos artículos de la constitución en la que todos sabemos no cree y que utiliza como argucia precisamente para exponer su programa y quizás derogarla.
En el bloque constitucional, ambos dos candidatos tanto Rivera como Casado, estuvieron claros, concisos e incluso bastante incisivo en el caso de Rivera, quien de manera nerviosa primero y al ataque después, jugó a ser el “mamporrero” de los cuatro, atacando a Pedro Sánchez en todo momento, con exceso de aspavientos, e incluso intentando diferenciarse con su compañero de bloque, para quizás intentar creerse ser más líder que Casado, dándole unos cuantos arañazos, innecesarios.
Casado, que por primera vez acudía a uno de estos debates como candidato a la presidencia del gobierno, estuvo demasiado moderado quizás, dando datos, brillante en el tema económico, pero un poco pesado en la oratoria de los mimos, pero con una actitud de que estuviera a la espera de la actitud de sus rivales, para iniciar un fuerte contraataque, en la segunda parte de este partido llamado “debate”, que tendrá lugar hoy, de manera menos encorsetada y con más criterio periodístico que institucional.
Respecto a si hubo ganador, se podría decir que no hubo ninguno, porque este partido llamado “debate”, consta de dos partes muy diferenciadas y la segunda se juega esta misma noche, pero lo que, si ha quedado claro, es que solo ha habido un perdedor, en este caso Pedro Sánchez, quien además de intentar impedir su celebración, se ha enrocado en sí mismo, sin contar a la sociedad sus planes y ocultando la realidad de sus intenciones, es decir, “mantenerse en el poder”, a costa de lo que sea y pactando con quien sea, sin otra intención clara ni evidencia.
A su vez, en el bloque “constitucional” si bien no hubo ganadores, porque si se puede decir que tanto Rivera como Casado dejaron claras sus intenciones y sus propuestas dentro del marco de la Constitución, comprobamos que mientras que uno de los dos, en este caso Rivera quiso ser “líder por un día” y Casado mantuvo una postura demasiado institucional, demasiado influido quizás por sus asesores, respecto a evitar explicaciones incisivas y contundentes para evitar que fuera comparado con otra formación política no asistente a la cita, ambos dos, representaron bien a quienes no quieren sustos ni estridencias en la acción de un gobierno, sino solucionar los problemas de España, dentro del marco establecido en la Constitución del 78 y ver con claridad la posibilidad de prosperidad, capacidad, gestión y confianza que pueda darnos un futuro presidente del gobierno.
Todavía no se puede hacer una sentencia definitiva del resultado de este “debate”, pero ya están las cartas sobre la mesa, en este juego de confrontación de ideas e intenciones para el gobierno de nuestra España y ya sabemos que mientras que unos buscan el poder, otros, desde la tranquilidad, pero contundencia de la ley, pretenden hacer cumplir la misma, dar prosperidad y sobre todo tranquilidad, a una sociedad demasiado crispada, por la actitud de dejación de explicaciones y de verdades de sus gobernantes respecto a sus intenciones con España. La solución solo está con el voto “sensato” en la urna, pero contemplemos esta segunda parte, para saber lo que nos dan, que queremos y como terminaremos votando.