Elecciones 28-A

Siempre resonará en su mente, querido lector, aquella manida frase de los candidatos ante cualquier proceso electoral: “Estas elecciones son las más importantes celebradas hasta la fecha”. Si bien, en cierto modo, todos los procesos electorales son importantes per se, pues suponen cambios notables en la sociedad, buena parte de los españoles no son conscientes de ello ni siquiera en circunstancias normales. Bien, en el caso de las próximas Elecciones Generales del 28-A, puede que estén en lo cierto.

Los votantes que a lo largo de estos 40 años de democracia se han ido incorporando a los censos electorales, son la CLAVE para entender el porqué de esta encrucijada, pues vienen marcados por los siguientes factores:

– Nuestros diferentes sistemas educativos, donde formación política y valores democráticos brillan por su ausencia;

– Las características propias de la edad temprana, así como la falta de ciertas experiencias (haber vivido una dictadura o una guerra, sin ir más lejos, como nuestros mayores);

– La (más acusada en la última década debido a la crisis económica y la corrupción) reciente desafección a la política y a los políticos; y

– Su escaso nivel de conocimiento de Historia de España, contrastando con un excesivo conocimiento de aquélla pero manipulada por algunas Autonomías en un torticero uso de sus competencias educativas delegadas,

Todo ello, unido a un país:

– Con escasa tradición democrática en su Historia;

– Heredero de una cruenta Guerra Civil y la dictadura posterior;

– Habiendo nacido de una Transición que, aunque ejemplar desde todos los puntos de vista, dejó los asuntos más conflictivos en stand-by para su debate y desarrollo posterior;

– Adoleciendo de una democracia aún joven, con una Monarquía en entredicho por la ruptura de la burbuja mediática que la protegía;

– Con una izquierda que nunca negó su reminiscencia republicana, federalista y revanchista;

– Con una derecha pusilánime, intentando que el paso de los años cerrase esas heridas y obtuviese un perdón que nunca llegó, no pudiendo por tanto, desarrollar sus dogmas con normalidad;

– Sufriendo a una clase política que renunció durante el bipartidismo a:

* El necesario desarrollo de la Constitución del 78, articulando una Separación de Poderes efectiva y real;

* Generar consensos en asuntos básicos y estables para una Nación democrática, pero capaz de hacer un permanente uso partidista de ellos;

* Plantar cara y llegado el caso, detraer transferencias competenciales a las Automías que a todas luces hacían mal uso de ellas rompiendo el consenso Constitucional, la mayor parte de las veces por simple aritmética parlamentaria;

* Modificar la LOREG para, una vez logrado un nivel de autogobierno amplísimo en las Autonomías, sin igual en las democracias occidentales, que los Partidos nacionalistas no estén sobrerrepresentados en las Cortes por la circunscripción provincial, y sí estén representados otros Partidos nacionales que obtengan un número de votos considerable; además de y como consecuencia de esto,

* Convertir al Congreso de los Diputados en la sede real de la Soberanía Nacional, y el Senado en una auténtica Cámara territorial y no un cementerio de elefantes; y por último,

* Hacer de la democracia interna la herramienta para construir sus Partidos desde la base, desde el militante, dando la vuelta a la pirámide del Poder.

– Con millones de votantes que, ignorando la Historia, faltos de interés, y profundamente emocionales, resultan fácilmente manipulables,

– Con dos Golpes de Estado en su Historia reciente, el primero en 1981, el segundo en 2004, los cuales, y a causa del peso del voto emocional, inmaduro y desinformado, provocó masivos trasvases de votos impensables en una sociedad democráticamente afianzada, y

– Con dos regiones donde el terrorismo ha sido y es un problema histórico y recurrente por parte de grupos de ultraizquierda nacionalistas, en este orden, País Vasco, y Cataluña, donde los Partidos nacionalistas “moderados y conservadores” han promovido, protegido o alentado a esos grupos para beneficiarse de ello electoralmente construyendo Autonomías sin Constitución del 78, normalizando la violencia, el miedo y el odio a España entre la ciudadanía, declarando un Estado de excepción cuasi permanente ante la pasividad de los diferentes Gobiernos de la Nación.

Toda esta (y compleja) ecuación está provocando cambios sustanciales en nuestra democracia a lo largo de esta segunda década del siglo XXI, a saber:

– La aparición de nuevas fuerzas políticas, principalmente sostenidas por los más jóvenes (y menos formados, por ende) en posiciones populistas y radicales (Podemos, Vox) y por votantes de mediana edad con niveles medios y altos de estudios (Ciudadanos). Ruptura del bipartidismo tradicional centro-izquierda/centro-derecha, sostenido por los votantes de mayor edad.

– La radicalización de los discursos debido al creciente auge de populismos en ambos extremos, que tensionan al centro político polarizando y simplificando el debate, además de atraer hacia sus posiciones los discursos de los Partidos más centrados, para evitar ser superados electoralmente.

– La aparición de cordones sanitarios desde la izquierda y hacia la derecha por segunda vez, primero con el Pacto del Tinell y el PP en 2003, ahora con Vox.

– La rebelión de la Cataluña independentista, punta de lanza observada de cerca por el País Vasco, como consecuencia natural de la ausencia de un centro-izquierda nacional y constitucionalista que fuese capaz de llegar, como decía anteriormente, a consensos básicos con el centro-derecha nacional para proteger la igualdad de derechos y oportunidades en toda la Nación, independientemente de los Estatutos de Autonomía y particularidades legislativas varias, como ocurre en el caso de Cataluña, País Vasco, Navarra y Galicia.

– Una renovación y convulsión sin precedentes en los dos Partidos tradicionalmente mayoritarios, PSOE y PP, para adaptarse con rapidez a los cambios que tanto en la forma como en el fondo, parecen más atractivos a los votantes.

– El nacimiento de pactos “a la italiana” entre varias fuerzas políticas en Parlamentos totalmente fragmentados que dificultan la gobernabilidad pero son la consecuencia natural del abuso de las mayorías absolutas.

– El declive del 15-M, las Mareas y Podemos como eje vertebrador y puntero de lo que se ha venido a llamar “la Nueva Política”, una vez que sus líderes han demostrado ser lo contrario de lo que decían, e incluso son peores que aquéllos a los que criticaban con entusiasmo, y, en muchas ocasiones, no exentos de razón. Tan es así que ante los procesos electorales se están hiperfragmentando y rompiendo.

– La irrupción de Vox como respuesta y movimiento antitético a Podemos, sus postulados (en buena parte asumidos por el PSOE), la dictadura mediática de la izquierda, y el peligro real de desaparición del legado de la Transición, y

– Un escenario de volatilidad demoscópica récord, así como en número de indecisos.

Por primera vez, nuestra Constitución del 78, resultado de una Transición ejemplar, está siendo ampliamente cuestionada y violentada por la izquierda en general, y los nacionalistas periféricos en particular.

Bien, esto resume de dónde venimos, y dónde estamos, en 2019. Pero, ¿hacia dónde vamos? Analicemos la situación política desde un punto de vista más pragmático.

Tenemos cuatro grandes Partidos “nacionales” tendentes a ocupar la mayor parte de los asientos del Congreso, o al menos así apunta la demoscopia, de izquierda a derecha, PSOE, Ciudadanos, PP, y Vox. Un quinto agente, Podemos, en pleno proceso de autodestrucción y ruptura con sus confluencias y corrientes internas; el sexto, los Partidos nacionalistas, y por último, Partidos que no sabemos aún si obtendrán representación, pero la bordean (PACMA, Actúa…). Analicemos uno a uno.

PSOE. En crecimiento por la izquierda y la derecha después de haber caminado por el desierto, gracias al hundimiento de Podemos y la decepción de Ciudadanos, concentrará la mayor parte del voto de centro-izquierda. Más que Presidencialista lo definiría como narcisista, nunca antes se había visto un líder socialista con tan poco sentido de Estado, ni siquiera ZP, que consiguió avances sociales significativos para el electorado de izquierda. Sánchez ha demostrado ser capaz de cualquier cosa para llegar al Poder, incluso destruir el consenso constitucional, y a su propio Partido, que crece por demérito de los de alrededor, no por sí mismo. Es puro sanchismo en un Partido totalmente desorientado, rendido (que no vendido) a un líder que haciendo malabares ha conseguido lo que parecía imposible. A pesar de sus ciento diez medidas, todo el mundo sabe en qué consiste el sanchismo. Narcisismo, gasto disparado, miedo a Vox, inseguridad jurídica y ruptura del consenso Constitucional.

Cs. Decreciendo por ambas partes. Nació en Cataluña como un Partido de centro-izquierda con vocación nacional y constitucionalista, de ahí su éxito en aquella Autonomía. Su giro al liberalismo, pactos con PP y escenificación de cordón sanitario a Vox, no está funcionando. Al PP ya no puede restarle votos pues Rajoy se marchó, abriendo una nueva etapa con un Casado al alza, y un Partido rejuvenecido, profundamente renovado. Al PSOE tampoco porque su Pacto en Andalucía le hace reticente al votante de izquierda moderada. Sin Albert Rivera, Inés Arrimadas y Begoña Villacís, sus tres grandes figuras mediáticas, sería un Partido sin cabeza. Los procesos de Primarias bajo sospecha, aumentan esta sensación que choca con “la nueva Política”. Nadie conoce su programa político, y apenas ha dado un par de titulares en toda la precampaña. Con Valls en Barcelona, Villacís en Madrid, y Marín en Andalucía, no dan la sensación de ser ese Partido con vocación nacional que transmite el mismo mensaje independientemente de la Autonomía. El mensaje del veletismo está calando en el elector.

  1. En plena travesía por el desierto que ya pasó el PSOE. Presionado por ambos lados, Casado se afana por renovar rápidamente un Partido abandonado a su suerte en los últimos quince años, plenamente confiado en el bipartidismo, renunciando a hacer política, dejando todo a merced de la gestión económica. A pesar de su último Congreso Extraordinario, mucho más democrático que todos los anteriores, todavía tiene que pasar los próximos procesos electorales con éxito para poder completar su misión. Está logrando en tiempo récord retornar a la esencia de ese PP ilusionante de los noventa con un amplio y detallado programa político y económico, amén de un equipo muy variado y completo, aunque la sombra de Rajoy es alargada y le está costando desembarazarse de los tópicos asociados a la marca.

VOX. Viviendo el mismo proceso que Podemos en 2014. Su mensaje es mucho más potente, por sencillo, que la propia estructura de Partido, que aún ni siquiera existe. Hasta ahora en crecimiento constante y vertical, con una estrategia basada en el hiperliderazgo de sus cuatro paladines (Abascal, Ortega-Smith, Espinosa de los Monteros y Monasterio), similar a Cs, dejando que el mensaje sea lo que le permita seguir creciendo. En cuanto han nombrado cabezas de lista y los periodistas han salido a su busca, han empezado los problemas y fluctuaciones demoscópicas. Aun así, sigue marcando la pauta de los debates políticos por su capacidad de innovar de forma políticamente incorrecta.

PODEMOS. En proceso de autodestrucción debido al mesianismo de su líder, Pablo Iglesias, las purgas stalinistas de cualquier voz discordante incluyendo a sus fundadores y amigos, su construcción de Partido más piramidal que los tradicionales renunciando a los Círculos, su germen ilusionante. Su caso omiso a la centralidad política defendida por Errejón, su obcecación por el mensaje radicalizado y su unión a IU han hecho el resto. Sólo les queda el feminismo por bandera, fácilmente desmontable. Sus confluencias se han convertido en Reinos de Taifas, que ya han anunciado que no seguirán directriz alguna de Podemos ni de Pablo Iglesias. En las Autonómicas y Municipales se podrá ver ese nivel de destrucción en Podemos con mayor claridad.

NACIONALISTAS. ERC, JxCat, PNV, EH-Bildu como arietes. Aumentan su potencial demoscópico encuesta a encuesta, dada la polarización de las próximas elecciones.

OTROS. No tendrían relevancia si no fuese porque por el momento, y desde el punto de vista demoscópico, a falta de las urnas, todo parece muy ajustado. Teniendo en cuenta la suma aritmética de Pedro Sánchez para su moción de censura, podrían llegar a tener relevancia no tanto por los postulados que defienden, sino porque todos confluyen en la izquierda.

Parece, tanto en cuanto la cuerda está tan tensa desde el punto de vista político (cuestionamiento de la CE del 78), como económico (peligro de recesión), que convendrá usted conmigo, querido lector, que efectivamente, estamos ante una encrucijada histórica en nuestra joven democracia. Por lo tanto, permítame opinar que, lo primero y más importante de todo: vote usted a quien quiera en total libertad, faltaría más.

Pero permítame algunas reflexiones:

Si por cualquier razón no es usted constitucionalista, pregúntese, y conteste con sinceridad, si la sociedad española está preparada para una segunda Transición Constituyente. Evidentemente, no. Para una República, todavía menos, con una izquierda volcada en reescribir la Historia a su gusto, asimilando no haber aprendido las lecciones del pasado.

Si está usted situado en la centralidad de izquierda, y fuese mi caso, yo votaría Cs y no PSOE. España necesita un centro-izquierda nacional y constitucionalista con urgencia que afiance mediante Pactos de Estado lo que tenemos antes de pasar a esa segunda fase. Cs nació con esa misión. Y si el bloque constitucionalista logra 176 diputados, el sanchismo se derrumbará como un castillo de naipes.

Y si está usted situado en la centralidad de derecha, como es mi caso, votaría PP: Fragmentar el voto de centro-derecha en estas elecciones por la Ley d’Hont y las circunscripciones provinciales más pequeñas, es dar alas al sanchismo, que sí está logrando concentrar el voto.

Espero que la democracia española alcance su madurez respondiendo con contundencia a los antisistema que pretenden destruir, imponiendo su idea de España al resto, lo que tanto nos costó construir. De momento es una incógnita, a menos de un mes de las urnas.

Suerte. Nos jugamos el futuro de una de las mejores naciones del Planeta. Experimente usted en otras elecciones, pero no en éstas…