Eso es lo que se puede deducir de la decisión que pretenden tomar los responsables de los centros cívicos del Ayuntamiento de Córdoba. Según acabo de leer en el diario ABC de Córdoba del 30 de marzo, el próximo lunes día 1 de abril -a petición de la comunista Alba Doblas- se pretende aprobar en un Pleno municipal un reglamento sobre centros cívicos en el que no se permitirán iniciativas que supongan “actos litúrgicos, proselitismo o divulgación de un credo”. ¡¡¡Como si no pagáramos esos centros entre todos!!!
Todo surge, al parecer, ante la negativa de la alcaldesa de nuestra Ciudad y de los ediles comunistas de uno u otro signo, para no autorizar la utilización del patio de un centro cívico a una determinada cofradía para montar su paso. Está meridianamente claro que, para todos estos demócratas “de toda la vida”, en los centros cívicos de Córdoba, podrán realizarse entre los vecinos actividades de información social y política de izquierdas, o de otros tipos, para un mayor conocimiento y convivencia, incluso impartiendo carnés de demócratas; no obstante, piensan que hay que tener “mucho cuidado con todo lo relacionado con la religión católica” ya que sus seguidores son “muy peligrosos” porque se agrupan en hermandades y asociaciones perjudicando la normal convivencia entre los cordobeses y procesionan sus imágenes perjudicando al turismo y siendo causa de muchos trastornos en la capital.
Las aproximadamente 20 hermandades que hay en Córdoba, con sus miles de hermanos y simpatizantes, representan para estas criaturitas, un cúmulo de problemas y lo mejor es ponerles las mayores trabas posibles para que no salgan a las calles.
Por cierto, según una encuesta reciente, el número de cordobeses que se consideran católicos asciende al 70% (unos 200.000) y como no creyentes el 6% (unos 20.000).