Lo de Baltasar Garzón es de vergüenza
Durante muchos años, demasiados, el ex-juez Baltasar Garzón nos ha tenido muy engañados. Nos quiso vender que era una especie de super juez inalterable, invendible y que luchaba contra la corrupción y contra ETA pero poco después descubrimos que todo eso era falso. No era más que un trepa ansioso que se habría vendido a cualquier partido, fuera de la ideología que fuera, con tal de conseguir poder.
Lo hizo con el PSOE y, como no consiguió el puesto que quería, se convirtió en su mayor enemigo. En los últimos años ya ha perdido el norte por completo y se ha convertido en el personaje favorito de la extrema izquierda llegando incluso a ser consejero de gente tan indeseable como Cristina Kirchner.
En los últimos años su posicionamiento político e ideológico le ha situado en un punto en el que le da igual todo con tal de que se hable de él y aunque sea a costa de favorecer a los enemigos de España como en este caso a Puigdemont de quien ha dicho que “tendrá que permitírsele que prometa o jure el cargo, recoja su acta y ocupe su escaño“.
Y esto, según Garzón sería porque “no hay tiempo para que llegue, procesarlo, recurrir, resolver el recurso y que quede firme. Eso son tres meses. Adquiriría esa condición de eurodiputado y no podría estar en prisión y tendría que tener autorización de salir y entrar del país porque el Parlamento Europeo está en Bruselas. Además, se tendría que pedir el suplicatorio por parte del Supremo al Parlamento Europeo y que éste, tras la votación correspondiente, diga que adelante y se le pueda investigar y juzgar en España“.
Pero lo más curioso del caso es que poco después añade que todo el asunto de Puigdemont es “interpretable” por lo “novedoso del caso“. Es decir, para él es interpretable porque es un caso novedoso pero su primera interpretación es dar la razón al golpista fugado, dar la razón al delincuente y que venga a España, recoja su acta y se vaya, algo que representaría una nueva tomadura de pelo a todo el mundo.
Por tanto, Garzón ya nos estaría contando lo que él haría si de él dependiera que no sería otra cosa que dar la razón a Puigdemont, esa sería su interpretación de este caso novedoso. Su posicionamiento, nuevamente, se sitúa del lado del enemigo de España, en contra de esta nación, que es la suya, y a favor de que se nos siga tomando el pelo como hasta ahora. Qué grande Garzón, un auténtico “campeón”.