El “trepa” es una figura muy de nuestra manera de ser. Los hay en todos los estamentos sociales. En cualquier sitio donde estén reunidas más de una persona, es muy posible que lo haya. La conocemos desde siempre y desde siempre henos aprendido a defendernos contra ella. No obstante, hay una gran diferencia entre el que la ejerce en el ámbito privado y el que la ejerce en lo público.
Sin lugar a duda es en el mundo de la política donde más se acentúa esta práctica tanto en calidad como en cantidad. Nuestra constitución desde que se aprobó, ha dado un poder y una forma de ejercer a los partidos políticos que están pasando una factura, más que elevada a nuestra sociedad. Dentro de esos partidos, rivaliza el egoísmo personal con la vocación de servicio público o si prefieren, los que tienen un desarrollado sentido de la justicia.
Ayer una amiga con un pequeño negocio al que le dedica infinidad de amor y tiempo y que no le debe nada a nadie, permitió a un proyecto de “trepa” en modo “haciendo meritos” que le recriminara la forma de intentar ejercer su derecho a pedir a la administración pública correspondiente, la solución a algunas deficiencias en la vía pública en la que tiene establecido su comercio. Le decía el “proyecto” mencionado que es función de “su partido” ejercer esa representación en modo “político” ante la citada administración.
Casi el mismo día un amigo me cuenta, que un grupo formado por gente independientes y, con en teoría “un desarrollado sentido de la libertad” y ya con cierta implantación social, preparan una cena a escote. Le darán participación además de invitarlos a cenar, a un representante de cada uno de los partidos que hoy tienen posibilidades de participar en los distintos gobiernos, para que expongan el proyecto económico de sus partidos de cara a las próximas elecciones. Unos representantes, que los conoce personalmente más o menos y que en general, tienen un desconocimiento absoluto de economía tanto en lo teórico como en lo práctico. A lo que mi amigo, después de exponer estas razones, además de anticipar que cada uno de estos políticos va a venir a decir “lo que queremos escuchar” ha negado su asistencia.
Están hasta en la sopa, se meten en todo y están dispuestos a no dejarnos vivir. Aunque también nosotros, tenemos mucha culpa por no saber en algún momento decir. Basta, déjennos vivir, váyanse se con su egoísmo a otro lado.