Hace unos días, leí un largo reportaje a dos páginas en un periódico de Sevilla en el que se intentaba explicar las razones que dan lugar a que Andalucía se mantenga entre las regiones menos prosperas de España. Participaban en el mismo, varios personajes de reconocido prestigio en la materia, además de personas muy representativas de algunos sectores industriales. Estos últimos, se limitaron a promocionar lo suyo, nada nuevo en la sociedad actual. Me quedo con las afirmaciones de mi referente económico por aquí abajo, D. Francisco Ferraro, catedrático de economía, para profundizar en su razonamiento y explorar otra vertiente desde el mismo.
Decía el catedrático que, en nuestra sociedad andaluza, apenas se valora la meritocracia. Y que existe el convencimiento de que el enchufismo es necesario para alcanzar ciertas posiciones, que no es solo en la política donde sucede, si no en todos los sectores sociales. Se quejaba de que por aquí se valora más a los toreros, futbolistas e incluso a los capataces de la Semana Santa que a empresarios y científicos. Afirmación con la que coincido plenamente, pero que naturalmente tiene su explicación y sobre la que voy a desarrollar esta reflexión.
El número de enchufados en una empresa, es inversamente proporcional a las necesidades de competir que esta tenga. Cuanto más dura es la competencia menos enchufados se pueden permitir. En los lugares donde existe una economía de libre mercado, que no es el caso, el enchufismo se reduce al hijo o yerno del jefe. Lo que no es normal, es el tejido empresarial que tenemos en España y aun más en Andalucía, las grandes empresas funcionan en régimen de oligopolios y no necesitan a los mejores para obtener mayores dividendos para sus accionistas. Todos recordaremos, no hace tantos años, cuando los alumnos más destacados de las universidades salían colocados de las mismas, las empresas se los disputaban. Hoy las grandes empresas no tienen necesidad de competir. Para que quiere buscar el Santander a los mejores o Endesa o Telefónica o Repsol o Ferrovial, cada una de estas empresas en su sector, tiene repartido el mercado con las “en teoría” competidoras. Una situación diametralmente opuesta a la que se da en las pequeñas empresas, estas a la que nuestro “modelo económico” no deja que crezcan, en las que diariamente se juegan su supervivencia. Tienen necesidad de mejorar todos los días, están compitiendo constantemente por lo que tienen necesidad de los mejores. Señor Ferraro, en estas empresas, puedo asegurarle que no encontrara enchufados.