Recientemente el escritor Juan Manuel de Prada, quien en numerosas ocasiones se ha destacado brillantemente por su defensa de la vida o contra la ideología de género, fue entrevistado en LA VANGUARDIA donde afirmó lo siguiente:
– Cataluña es una nación como una catedral
– España no se formó de 17 pueblos que cumplían las mismas condiciones esa monserga de ‘libres e iguales y os jodéis’
– España se formó como una ‘nación de naciones’.
– Lo que hicieron Felipe V y luego el Estado liberal fue castigar a Cataluña, asfixiarla, ignorando brutalmente su especificidad.
– Catalunya tiene derechos históricos como pueblo.
– Los liberales, que permiten el aborto, el divorcio o el cambio de sexo, no permitan el cambio de Estado.
Con el objetivo de analizar todas estas afirmaciones contamos con César Vidal.
Don César Vidal (1958) es historiador, escritor, jurista, filósofo y teólogo. Durante muchos años dirigió programas de radio en Cope y EsRadio. Autor de numerosos libros de ficción y no-ficción, se encuentra hoy en día exiliado de España, sin embargo, continua su actividad a través de su programa de radio diario que puede escucharse en www.cesarvidal.com . Aunque haya un océano de distancia, ha tenido a bien concedernos esta entrevista.
Don César, vayamos por partes. Comencemos por la distinción que hace de Prada, respecto a esa definición tradicional frente a la liberal del término nación. ¿Qué hay de cierto?
Tengo que decir, en primer lugar, que nadie está obligado a opinar de todo, pero lo menos que se puede esperar de alguien que lo hace es que sepa de lo que habla. Me ha dejado verdaderamente pasmado la ignorancia clamorosa de Prada al abordar este tema. A decir verdad, Prada tiene una ignorancia casi enciclopédica porque, prácticamente, ignora casi todo lo que una enciclopedia puede contener al respecto.
Si supera un mínimo de Historia de la Edad Media e incluso de Historia de la iglesia católica conocería que en el concilio de Constanza se afirmó la existencia de cinco naciones de la cristiandad: Italia, Alemania, Francia, España e Inglaterra. Tanto Italia como España y, en parte, Francia estaban divididas en diferentes reinos o entidades políticas, pero era obvio que eran naciones. Cataluña, desde luego, no era considerada nación ni tampoco los catalanes se consideraban nación entonces y, semejante disparate no se ha escuchado hasta bien entrada la Edad contemporánea.
Afirmar que hay una nación tradicional y otra liberal es, en términos históricos, un verdadero rebuzno. Distinto es que en la Edad contemporánea aparezca el concepto de nacionalidad que siempre tuvo como intención la desintegración de imperios como el austrohúngaro o el ruso – no, por supuesto, el británico – y que encontró su gran valedor en el presidente norteamericano Woodrow Wilson. La esperanza era que esas nacionalidades acabaran desmembrando un estado y convirtiéndose, al ser estados, en naciones. El experimento fue desastroso, abrió el camino a la Segunda guerra mundial y hemos visto sus últimas consecuencias hasta la fecha con la guerra de Yugoslavia, pero, curiosamente, este concepto ahistórico, creado ayer por la noche y profundamente dañino es lo que Prada denomina, en una muestra pavorosa de ignorancia, tradicional.
Si los carlistas primeros lo oyeran lo fusilarían, eso sí, no sin dejarle antes recibir el sacramento de la penitencia. Añadamos además que Prada afirma que Cataluña es nación en base a unos supuestos rasgos definidores, entre otros, las instituciones. Esa afirmación es el típico disparate histórico de la teoría de las nacionalidades. De ser cierto – que no lo es. Murcia o León serían nación por haber sido un reino, cosa que Cataluña jamás fue.
Finalizando con la primera cuestión que me plantea, la afirmación de España como una nación de naciones es una majadería absoluta, pero, al mismo tiempo, denota un desconocimiento grave en un escritor que se supone que conoce su lengua. En español, hablar, por ejemplo, del amor de los amores no significa un amor compuesto de amores sino el mayor amor y decir que se ha experimentado el dolor de los dolores implica que se ha sufrido el dolor más grande. En puridad, nación de naciones es la nación más grande y no una nación compuesta de naciones. Que semejante término – acuñado ayer – lo usen unos progres ignorantes es deplorable, pero que lo use Prada que es una persona que se supone que ha leído algo no tiene calificativo.
En otra de sus aseveraciones, nos deja claro su rechazo a una nación de ciudadanos libres e iguales. ¿Qué profundidad tiene esta aseveración?
Negar la libertad y la igualdad en la Babilonia de Hammurabi era lo normal como sucedía también en el Antiguo Régimen. A estas alturas de la Historia, me parece gravísimo. La idea de que no deben prevalecer la libertad e igualdad de los ciudadanos sino los diferentes privilegios territoriales o estamentales es terrorífica. Esto nos retrotraería en el caso de España al siglo XVII y en el caso de Inglaterra al siglo XII (previo a la Carta magna del rey Juan sin tierra). Esa idea de afirmar que todos somos distintos y tenemos que recibir tratamiento distinto pone de nuevo de manifiesto una ignorancia de principios jurídicos elementales. ¡¡Precisamente la gran conquista de la Historia del derecho es la igualdad ante la ley!! Llevado ese concepto además al último extremo resulta inaceptable y más si volvemos a las raíces de esa visión en la Historia de España. Implicaría volver al Antiguo régimen con instituciones como el estatuto de limpieza de sangre. Regresaríamos a los tiempos donde se consideraba infame a quien tuviese una gota de sangre judía, mora, negra o india. Además de recuperar barreras de carácter social, racial e interterritorial. Para echarse a temblar.
Muy estrechamente ligado a la segunda cuestión, afirmó que: Cataluña tiene derechos históricos como pueblo. ¿Qué hay que decir al respecto?
En contra de lo que piensa Prada, la idea de que existen fueros o derechos que tienen que ver con esas naciones imaginarias en las que él afirma creer, no es verdad. Jamás existió un fuero de Aragón, un fuero de Cataluña, un fuero de Castilla. Dentro de los distintos reinos, siempre hubo distintos fueros porque no nacían de la idea de nación sino de conveniencias históricas. Por ejemplo, en Castilla – el reino con más libertad de la Historia medieval española – había territorios que se regían por fueros distintos que se otorgaron con el fin de dar cobertura y apoyo a la gente que repoblaba zonas fronterizas. Es el caso de fueros como los de Sepúlveda o Cuenca. Ahora bien, llegado el momento ese fuero de Sepúlveda o de Cuenca se otorgaba a otras localidades precisamente para facilitar la repoblación. No eran las leyes específicas de Sepúlveda o de Cuenca sino privilegios otorgados por un rey que era considerado soberano. Cataluña, a diferencia de Castilla, al no contribuir apenas a la Reconquista no recibió apenas ese tipo de privilegios del rey de Aragón, de cuya corona formaba parte.
De tal forma que, en términos históricos, no se puede hablar propiamente de un derecho catalán, aragonés o castellano sino de distintas manifestaciones jurídicas en los diferentes reinos como Castilla, León, Aragón, Navarra o Mallorca y en otros territorios que nunca llegaron a reinos como fueron Cataluña y las tres provincias vascas que nunca estuvieron unidas. La afirmación de Prada es coherente con su odio hacia la idea de ser libres e iguales, pero, históricamente, de nuevo demuestra una pasmosa ignorancia. De hecho, puestos a hablar de derechos históricos, habría que preguntarle cuáles son. ¿Lo sería, por ejemplo, el ius primae noctis – o derecho de pernada – catalán que abolió Fernando el católico?
Es tremendo tener que constatarlo, pero lo que Prada cree que es una visión tradicional e histórica, en realidad, es un amasijo de ideas ahistóricas surgidas ayer y de una visión muy inexacta e idealizada de épocas pasadas. Nada que ver con la Historia.
¿Qué efectos tuvo la ordenación territorial que defiende el escritor?
La ordenación territorial que señala Prada no se puede decir, en términos estrictos, que haya existido jamás, pero los modelos similares a los que apunta siempre tuvieron efectos desastrosos para España. Pensemos, por ejemplo, en la guerra de los treinta años, donde el Conde duque de Olivares tuvo que enfrentarse con el hecho de que España no se podía sostener en la lucha por culpa de los egoísmos de Cataluña y los privilegios de unos y otros. Felipe IV por desgracia lo desoyó. No sorprende que el desdichado conde duque se salvara de un proceso inquisitorial sólo gracias a que se murió antes. Había tenido la idea – inaceptable en la España de la Contrarreforma – de querer traer judíos a España para que se ocuparan de las finanzas de la misma manera que el cardenal Richelieu estaba valiéndose para ese menester de los sabios economistas protestantes. La desgracia para España fue que al conde duque no quisieron escucharlo y en Francia, Richelieu – un prelado – demostró ser más inteligente y menos fanático que los españoles.
De lo que ya entonces significaba Cataluña – que ni era nación ni lo pretendía – encontramos ejemplos en la Segunda parte del Quijote. En el capítulo 60, al internarse don Quijote y su escudero en un bosque, Sancho se asusta al dar con las piernas de unos ahorcados. Don Quijote le dice entonces que éstos deben de haber sido sentenciados por la justicia, por donde hay que entender que tienen que estar cerca de Barcelona. Imagino que Prada alguna vez leyó el Quijote, pero estos pasajes se han debido borrar de su memoria. Es una pena porque Cervantes narra el enfrentamiento civil en el que estaban inmersos los catalanes. Animo a la gente a que lean el episodio donde aparece Roque Guinart – que es en realidad un personaje real llamado Pere Roca Guinarda – uno de los protagonistas de ese enfrentamiento civil catalán.
Profundizando en el ideal expresado en anteriores ocasiones, que el mencionado escritor tiene (el de la Monarquía hispánica) Parece creer que fue una arcadia feliz, ¿fue así?
(Ríe) Sí lo parece y, de nuevo, eso es muestra de una ignorancia clamorosa. De hecho, basta leer a los autores del Siglo de oro para darse cuenta de que esa Arcadia feliz no existió jamás. Voy a pasar por alto cuestiones bochornosas como el estatuto de limpieza de sangre – tan criticado por Cervantes – o la Inquisición o la manera en que la Contrarreforma desengañó a España de la revolución científica nacida de la Reforma protestante. Centrémonos en descripciones como las de El Lazarillo de Tormes. De nuevo si no se realiza una lectura superficial, esta obra maestra ejemplifica muy bien que no existió esa Arcadia feliz. Que su autor – muy posiblemente el erasmista Alfonso de Valdés cuyo hermano Juan fue el primer teólogo protestante español – sólo de una fecha que es la entrada del emperador es significativo. La Historia oficial podía estar repleta de grandes hechos de armas – cada vez menos – pero la realidad era una inmensa miseria y una asfixiante falta de libertad surgidas de la Contrarreforma. Ya el hecho de que exista un género de novela picaresca es más que relevante de lo que yo llamo el paisanaje y la España de aquella época.
Por supuesto, hubo gente inteligente e íntegra que desmintió ese mito de la Arcadia feliz de los Austrias. Al respecto, basta con leer la segunda parte del Quijote tan diferente de la primera. Se fustiga a la parasitaria nobleza, al clero corrupto, al vulgo ignorante y un hecho tan relevante como la expulsión de los moriscos es relatado en el Quijote de forma bien significativa. Por un lado, no se niega la necesidad de haberlos expulsado, pero, por otra, se muestra, el drama terrible de exiliados moriscos como Ricote. ¡Qué terrible es que Ricote diga que en Alemania – la Alemania donde surge la Reforma – hay una libertad que no se da en España!
De todas formas, seamos ecuánimes. En España aún no se ha alcanzado la meta de ser una nación de ciudadanos libres e iguales, pero no se puede negar que somos más libres y comemos mejor que nunca mal que les pese a los que no han leído la literatura del Siglo de Oro. Hemos dado pasos de gigante, pero hay que seguir avanzando mucho todavía.
¿Es cierto que de Felipe V en adelante lo que se ha hecho es asfixiar a Cataluña?
Otro disparate mayúsculo. Con Felipe V, Cataluña experimenta un desarrollo económico espectacular, entre otras razones por la eliminación de muchas trabas heredadas de los Austrias y por el acceso al comercio con América. Cataluña deja de ser una aldea – siquiera en parte – gracias a los Borbones. Por otra parte, los privilegios injustos que ha disfrutado esa región desde entonces se han mantenido hasta día de hoy, algo que Prada parece también ignorar. Todos los regímenes, han beneficiado por encima del resto de regiones españolas a Cataluña. Recuerden, por ejemplo, como Stendhal escribía que el problema catalán era que deseaban tener el monopolio del comercio en España y que nadie pudiera comprar a otros más que a los catalanes. No hablemos ya del infame arancel Cambó – y de otros similares antes o después – o del trato privilegiado que le dispensó Franco por encima de cualquier otra región, incluida las Vascongadas. Lo que ahora sufrimos no es el acabose sino, como diría Mafalda, el continuose del empezose.
No puedo evitar decirlo, pero si las grandes empresas editoriales y los grandes premios literarios estuvieran en Murcia en lugar de en Cataluña, lo mismo nos encontraríamos con que Prada defendería la idea de que Murcia es una nación como una catedral y de que la oprimimos.
De Prada afirma que, como consecuencia del Estado liberal, padecemos aborto, cambios de sexo, ideología de género… ¿Se puede afirmar ese punto de unión?
Como disparate está a la altura de todos los anteriores. Bastaría con que leyera a Locke o a los Padres fundadores de Estados Unidos para que se percatara de que no sabe de lo que habla. Que lea a los Padres fundadores cuyos escritos están cuajados de citas bíblicas para comprender por qué decían que la democracia americana sólo funcionaría con un pueblo cristiano. ¡Ojo! No con la sumisión de la nación a un estado dentro del estado como ha sido el caso de España y la iglesia católica, sino con gente formada en principios bíblicos. Puestos a disparatar, supongo que Prada pensara que la Inglaterra victoriana – estado liberal donde los haya – también era el colmo de la relajación moral.
Los graves problemas mencionados por él no son más que corrupciones, degeneraciones que no se basan en absoluto en una visión clásica del liberalismo.
Creo que ha quedado muy claro. Gracias por su tiempo.
A usted
José Manuel de Prada o estaba drogado con cocaína o heroína o tenía detrás a Soros y a los bestias HUMANAS golpistas detrás amenazandoles con mucho dinero o con ser el primer muerto en esa miserable región catalana por culpa de los de Felipe González y los de Aznar.
Vengase para España,César Vidal,que va a cambiar,gracias a VOX y lo necesitan para que les regale o les venga su asesoramiento.Yo de verdad,lo hecho mucho en falta,porque en Hispanoamérica o le comprenden mal o usted no se quiere explicar claro.Hace unos días una argentina ponía al mismo a Hitler y a Franco.Vengase para España que con VOX no le expoliaran con impuestos como Montoro.Aquí lo necesitamos para que trabajen juntos el máximo tiempo,Roberto Centeno y usted ayudando a VOX y por ende a la España que le vio nacer.