Desde el día 12 de febrero pasado, los españoles estamos teniendo una buena ocasión para darnos cuenta de que, frente a los “de casa” y foráneos que gratuitamente y mintiendo como bellacos, ponen en duda la independencia de nuestros tribunales, la Justicia en España es lo contrario de lo que en su día señaló Pacheco. Porque, además de las múltiples ocasiones en las que han quedado patentes su gran profesionalidad, ejemplaridad y buen hacer, hoy dispone de los mejores mimbres para dar lecciones a la de otros países europeos que presumen de ello pero que, a la hora de la verdad, no lo demuestran.
Véanse sino las formas en que los tribunales belgas y alemanes han tratado últimamente algunos asuntos de España. Pues como iba diciendo, solo han bastado unos días de actuación en el Tribunal Supremo para darnos cuenta de su categoría y prudencia, al decidir dar todas las facilidades a cualquier interesado en ver en televisión, en directo, el juicio contra los golpistas catalanes del 1-O.
Es la mejor manera de contrarrestar la basura que, por sus mentirosas bocas, sale de Torra, de su mentor -el cobarde Puigdemont- y de sus bien pagados abogados y compañeros golpistas diciendo que el juicio es una farsa y un acto de venganza.
Es el momento de las togas, como señalo en el título, y en el transcurso de los días, las semanas y los meses de duración del juicio, nos iremos dando cuenta de que hay unas togas limpias, al lado de la Constitución y de las pruebas irrefutables y otras togas ensuciadas por la publicidad engañosa, la falacia y la tergiversación de todo lo ocurrido en la región española que más dinero se ha llevado siempre de los Presupuestos Generales del Estado.