Santiago Abascal y Susanna Griso

No hay quien la entienda, ¿o sí?

Susanna Griso quería encauzar la entrevista que le hizo la semana pasada a Santiago Abascal hacia el terreno del machismo y la misoginia, de la que muchos manipuladores tildan a Vox.

Pero lo que Griso no se esperaba es que la cazadora acabara siendo cazada y tuviera que caer en contradicciones para intentar no parecer estar de acuerdo con Abascal. Intentó llevarle al terreno de la Violencia de Género y se encontró con la horma de su propia zapato y ahí se quedó la presentadora, sin saber ni qué decir ni qué hacer.

Debió ser bastante inesperado para ella encontrarse con que su despreciado Abascal sería todavía más duro con violadores y maltratadores de lo que ella sería. Cuando Abascal le planteó que en delitos de violación, con muerte de la víctima él no querría la prisión permanente revisable, sino la cadena perpetua, la Griso se quedó sin palabras.

Fue tan ridícula que incluso llegó a poner cara de asombro preguntándole que si se probara al cien por cien la recuperación mental del agresor, haría lo mismo. Pregunta absurda cuando incluso los propios agresores piden no volver a salir de la cárcel para no poder cometer más crímenes, como recientemente ha sucedido con el asesino de Laura Luelmo.

Griso está más a favor de considerar a todos los hombres como potenciales maltratadores, que es lo que apoya la Ley de Violencia de Género, que encerrar a un asesino confeso, probado y juzgado, de por vida. Y no, no es que ella no esté de acuerdo, es que lo políticamente correcto es decir lo que dijo y, sobre todo, no estar de acuerdo en nada con Abascal no sea que sus amigos indepes vayan a pensar que se ha cambiado de bando.

Pero es importante recordar algo: las contradicciones en este caso no existen. No es más que cuestión de dinero, en la Ley de Violencia de Género hay presupuesto para repartir y en la cadena perpetua no. No hay viruta y si no hay viruta, pues no interesa. ¿Verdad?