Con Tu nacencia Señor,
en un humilde portal,
nos mostraste el caudal
de Tu incomparable amor.
Y como eres protector
de nuestras preciadas vidas,
con Tus dulces acogidas,
aumentas nuestro fervor
y al más débil pecador
lo sanas de sus heridas.
Cuando llega Navidad,
todo nuestro ser suspira,
al ver que Jesús nos mira
fluyendo Divinidad.
Pidamos con humildad,
al buen Jesús de Belén,
que siga siendo el sostén
de nuestra fe y devoción,
para que en el corazón
solo alojemos el bien.